Félix Población
Ayer en El Intermedio, el programa
de La Sexta,
tuve oportunidad de ver a las familias de los desahuciados, esos ciudadanos que
han acampado ante la sede central de Bankia en Madrid porque no tienen recursos
para pagar las hipotecas de sus casas, de las que serán desalojados más pronto
o más tarde, manteniendo la deuda que tienen contraída con los bancos, sin que
la dación en pago sea asumida por la entidades financieras. Los bancos, una vez
recuperadas las viviendas, volverán a hacer negocio con ellas para buscar a
otros deudores, que se sumarán a los primeros deudores desahuciados.
A cualquier persona con algo más
que cartera en el pecho le deberían conmover las imágenes que ayer pudimos
ver y las adversas circunstancias que pudimos escuchar en el citado programa, pero es de temer que solo conmoviéndose
no se cambian las condiciones para que una de las más abusivas lacras que se
están permitiendo en nuestro presente pueda ser subsanada. Es muy posible,
incluso, que tampoco los desahuciados que empiezan a suicidarse -como ha ocurrido ayer en Granada, estuvo a punto de ocurrir hoy en Valencia y sí se consumó en Las Palmas- alerten a
nuestros políticos de la trascendencia que puede comportar tan gravísimo
problema como es el de verse en la calle, una familia tras otra, sumamente endeudada y sin trabajo.
+@¿Cuánto costaría el rescate de los desahuciados?
+@¿A quién protegen? ¿Y de quién?
DdA, IX/2.215
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