Ana Cuevas
"Lo esencial es invisible a los ojos", repetía el Principito de Saint- Exupéry. Invisibles, como Mayor Oreja pretende que sean las cargas policiales contra los indignados ciudadanos españoles. Lo que no se ve no existe, piensa el nostálgico franquista tildando de disparate la retransmisión televisiva de la brutal represión sobre los manifestantes. La sangre de los revoltosos destacaría agresiva sobre el uniforme blanquinegro de sus informativos institucionales. RTVE ya no está para estas cosas.
¿Acaso alguien recuerda que salieran en el NODO los porrazos de los tristemente célebres "grises" del fascismo? Por supuesto que no. Eso podría haber alentado a esa inmensa mayoría silenciosa (por la gracia de dios y del Caudillo) a sacar los pies del tiesto de la dictadura. Claro que corrían otros tiempos. Tiempos de silencio impuesto a sangre y fuego. Cimentados sobre la sórdida base de un millón de muertos. Pero a pesar de la invisibilidad manifiesta de una España sometida, Franco y sus secuaces existían. A veces creo que aún existen. Quizás hayan adoptado nuevas formas pero están entre nosotros. Bajo el pellejo de demócratas apenas consiguen camuflar las garras de la fiera.Y como tal se defienden al sentirse acorralados por este pueblo que sufre y se desangra por defender pacíficamente su pan y su futuro.
Nos acusan de golpistas. Nos describen como radicales energúmenos que amenazan, con sus manos desnudas y sus apaleadas costillas, el orden constitucional que se sacan de la manga. Nuestras armas son mucho más sofisticadas que las que el malevo Estado exporta a tirios y troyanos. Esas cabezas abiertas por su guardia pretoriana son más censurables que las máquinas de muerte que vendemos a países en conflicto o que violan alegremente los derechos humanos. No tienen escrúpulos para defecar en la casa del vecino pero se ponen melindrosos cuando la porquería patria asoma en las portadas de la prensa canalla. Lo que no se ve, no existe. O eso creen ellos.
Pero
aquí estamos, rodeando un Congreso que no nos representa. Aguantando la
lluvia de hostias y mentiras con las que responden a nuestras legítimas
demandas. Volveremos a hacerlo cuantas veces sea necesario. Con esa
no-violencia que tanto les asusta. Levantando barricadas con unos
cuerpos magullados por sus matones a sueldo recortado, por una policía
que machaca la educación y la salud de sus compatriotas (de sus propios
hermanos, padres e hijos) defendiendo leoninamente el búnker donde se
esconden los auténticos violentos. Custodios de la inaccesible
mezquindad de los enemigos de su gente. Amparando a los cobardes de
nuestras peligrosas brechas abiertas a golpe de insensibilidad y de
injusticia. Acatando las órdenes de los que nos han declarado la guerra.
Que no tenemos miedo mas que al miedo. Que estamos en PIE DE PAZ y (censurados o no) ya no pensamos reblar hasta ganar la contienda.
+@La policía golpeó a periodistas que iban claramente identificados
NOTA MUY OPORTUNA
+@A este Lazarillo le parece muy oportuna la nota de prensa dada a conocer hoy y publicada en el diario Público bajo el titular un tanto excesivo Los policías, convocados a manifestarse contra los políticos, en la que los sindicatos policiales, organizadores de una concentración ante el Ministerio del Interior, hacen
un llamamiento a la sociedad, al hilo de lo que llaman conflictividad social, para que entienda que, entre todos,
debemos detectar y neutralizar legalmente a quienes se aprovechan de
cualquier reivindicación legítima para infiltrarse en ella, extender la
violencia y provocar la intervención de la Policía, logrando así que las
reclamaciones queden sepultadas por la polémica que sucede a cualquier incidente de orden público. Esto último es lo que, de modo extensivo e intensivo, ha primado en las informaciones y opiniones difundidas por los medios de comunicación tras las masivas concentraciones ante el Congreso de los Diputados de fechas atrás, como si lo que convocó allí a miles de personas no fuera de por si materia suficientemente sustantiva. ¿O es que se pretende hacer de la reivindicación de los derechos sociales y laborales de los ciudadanos, ahora en franco proceso de grave y alarmante deterioro, un problema exclusivo de orden público? Sería, sin duda, un buen atajo mediático para acallarlas y/o criminalizarlas.- Lazarillo
DdA, IX/2192
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