sábado, 13 de octubre de 2012

LOS AZOTES DE LA PRIMA DE RIESGO

 Alejandro Prieto

Nunca vi el rostro o estuve en manos del coco ni del  hombre del saco, figuras inquietantes a las que aludían nuestros padres cuando éramos pequeños para introducirnos el miedo en el cuerpo, para reconvenir  y advertir acerca de comportamientos  molestos, inapropiados o con tintes antisociales. 

Pasadas cuatro décadas, los medios de comunicación nos recuerdan a diario la amenazadora presencia de un monstruo que, de manera voraz, calculada, implacable y apresurada,  va metiendo en el saco los alimentos de cada vez más niños, la pensión de millones de personas que  trabajaron duro a lo largo de años, la calidad sanitaria y educativa, el empleo en condiciones dignas,  los servicios sociales, la emancipación e ilusión de la juventud y la esperanza de los adultos. Lo llaman prima de riesgo y dicen que actúa para infundir sensatez y moderación, que castiga a las naciones cigarra (irresponsables y  derrochadoras), pero en realidad los azotes del ogro se concentran con mayor intensidad sobre las espaldas de las hormigas trabajadoras, hurtando la prosperidad y el bienestar del hormiguero  en beneficio propio.

Hay quienes aseguran que no existen alternativas, que la receta es elegir entre precariedad o pobreza absoluta, que la idea de pan para todos  es  una quimera, que debe asimilarse sin sobresaltos un escenario social con ganadores y perdedores, que es razonable que los países pobres paguen intereses desorbitados por la financiación prestada,  en definitiva, que la arbitrariedad y perversión son  reglas elementales que deben ser aceptadas con entereza y  resignación. Y, para compensar y purgar las injusticias, están los buenos propósitos y el bálsamo de la caridad. 

Hasta no hace mucho tiempo,  Latinoamérica padecía con crudeza las amenazas y el hostigamiento del látigo financiero y colonizador, sin embargo, parece que  la política ha ido tomando  las riendas que le corresponden, que se ha comenzado a gobernar pensando en la población. Europa toma nota y reacciona o  deja el futuro en manos de la ambicición.              

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