sábado, 6 de octubre de 2012

DE PAÑUELO DE TELA, A CLEENEX*

Adolfo Muñoz

La debilidad del capitalismo consiste en que, si bien tiende a una concentración cada vez mayor de la riqueza, no funciona bien bajo dosis muy elevadas de desigualdad. Esto es así porque el dinero circula en situaciones de buen reparto y de seguridad. 

Si existe una abundante clase media que disponga del dinero suficiente para sus necesidades e incluso para sus lujos, y que no tenga excesivas dudas sobre su futuro económico, esa clase media gastará con prodigalidad el dinero del que disponga; pero si ese dinero está concentrado en unos pocos potentados, esos potentados gastarán solo una pequeña parte de lo que acumulen. Es difícil gastar en lujos cantidades realmente ingentes. Además, por el propio carácter que le ha conducido a acumular, es probable que el placer mayor de ese potentado no consista tanto en gastar como en seguir acumulando. Su dinero, por tanto, no revierte en los pequeños comercios, no fluye hacia la multitud. Por haber sustraído mucho y devolver poco, a ese potentado le cuesta cada vez más trabajo encontrar a quién seguir sustrayendo dinero en la economía real. 

El capitalismo entra en crisis. Y ante la escasez de dinero en la economía real, el capitalista tiene que optar por uno de los dos botines que quedan disponibles: la economía financiera, y el asalto al estado.Así pues, la victoria del capitalismo implica de modo forzoso su crisis. Y la Gran Victoria de 1989, en que el capitalismo derrotó al comunismo en una larga guerra de propaganda y pequeñas escaramuzas llamada Guerra Fría, ha supuesto, paradójicamente, un cáncer terminal para el capitalismo. Una vez libre para imponer su tendencia, el capitalismo ha comenzado a empobrecer a las clases trabajadoras del planeta, forzándolas a competir con los más pobres del mundo en un mercado casi completamente globalizado. Y dado que en el planeta hay demasiados trabajadores para tan poco trabajo, la tendencia será a la reducción de los salarios y condiciones de los trabajadores. 

Salvo el que esté en condiciones de ofrecer algo distinto, algo que muy pocos puedan ofrecer,  el trabajador se verá obligado a trabajar cada vez más y en peores condiciones a cambio de un salario cada vez menor.¿Hasta dónde llegará esta tendencia en los próximos decenios? 

Dado que el trabajador, una vez abolidas la esclavitud  y la servidumbre, no pertenece al empresario, el empresario ni siquiera tendrá que preocuparse por la supervivencia del trabajador. Es decir, de no mediar factores que regulen el mercado laboral, (y cada vez habrá menos, según la tendencia vigente) el empresario podrá un día (y deberá, si quiere ser competitivo) pagar a sus trabajadores por debajo del nivel de subsistencia, ya que cuando el trabajador ya no sirva por estar insuficientemente alimentado, se le podrá sustituir fácilmente por otro. El trabajador pasará de ser un pañuelo de tela en las narices del empresario, a ser un cleenex.
*Décimosexto artículo de la serie El instante: reflexiones sobre la crisis
Por qué no entendemos a Chávez, Pascual Serrano 
http://www.publico.es/internacional/443505/por-que-no-entendemos-a-chavez 
+@"El País", ataca a Chávez y estafa a sus lectores

INDEPENDENCIA: ¿PARA QUÉ EXACTAMENTE? 

¿Estamos efectivamente ante una propuesta política en sentido fuerte o con lo que nos las hemos de ver es con un independentismo seudorreligioso, según el cual cualquier dificultad que pudiera plantearse quedará superada con la secesión, convertida en una pócima mágica para salir de la crisis y acabar con nuestros pesares? ¿Resulta creíble que vayan a llevarnos a esa nueva tierra prometida los mismos conservadores que a lo largo de los dos últimos años han alardeado de su firme determinación para recortar en educación y sanidad, que tanto se han afanado en golpear a los sectores más deprimidos, mientras se apresuraban a eliminar cualquier carga impositiva a quienes reciben en herencia las mayores fortunas.+@Manuel Cruz

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