Félix Población
Fue muy significativa la imagen que, con motivo de las manifestaciones de protesta que tuvieron lugar delante del Parlamento griego en los primeros meses de este año, mostraba al nonagenario escritor Manolis Glezos (1922) siendo zarandeado por la policía sin ninguna consideración. Los efectos de los gases lacrimógenos lanzados contra los concurrentes, al intentar tomar la palabra ante la muchedumbre el compositor Mikis Theodorakis, de 86 años de edad, estuvieron a punto de poner en peligro la vida de tan señaladas figuradas de la cultura y la lucha por la democracia en aquel país. Glezos es hoy diputado por la coalición de izquierda Syriza, que por 200.000 votos no obtuvo la victoria en los últimos comicios.
En atención a su currículum y a unas memorias que quizá no tenga tiempo de escribir por la pujante actividad que sigue desarrollando en tiempo presente, Manolis Glezos se ha ganado sobradamente el respeto y admiración de muchos de sus conciudadanos. En 1941, cuando Grecia estaba bajo la ocupación nazi, arrió junto a Santas Apostolos la bandera que hacía flamear sobre la Acrópolis la cruz gamada e izó la de su país. Fue ese, según algunos historiadores, el primer atisbo constatable de resistencia registrado en el sur de Europa contra el imperialismo hitleriano. También sería el principio de la persecución sufrida por Glezos durante la Segunda Guerra Mundial, la posterior guerra civil griega y los sucesivos regímenes derechistas y dictatoriales que gobernaron el país hasta 1974. En total, más de once años de cárcel y más de cuatro de exilio. Una vez restaurada la democracia, Glezos fue diputado por el PASOK (Movimiento Socialista Panhelénico), miembro del Parlamento Europeo, alcalde de su localidad natal -donde ensayó la democracia directa- y líder de la coalición de izquierda Synaspismós, que daría lugar a Syriza en las elecciones de 2004.
Se le podría preguntar muchas cosas a este nonagenario activista político, galardonado con importante premios internacionales por su obra literaria y periodística. En principio es incuestionable para Glezos la voluntad de permanencia de Grecia en la Unión Europa: “Queremos pertenecer a Europa -dice-. No somos ni americanos ni asiáticos. Además, la palabra Europa es griega. No se la vamos a regalar así. Europa son dos palabras: evris, amplio; oró, ojos. El que tiene ojos amplios, el que tiene visión multidimensional. Desgraciadamente, Europa tiene hoy visión unidimensional”.
Cree el nonagenario diputado que su coalición habría ganado en los pasados comicios si no se hubiera producido una determinante intervención exterior, con una crítica directa e insólita de los medios y dirigente europeos a la política griega, y lo que él califica como terrorismo de los medios de comunicación, que consiguió asustar a la gente ante la posibilidad de victoria de Syriza. “En Europa debe arriarse ahora la bandera de los súbditos –afirma- e izar la bandera de la independencia y soberanía nacional". Recuerda en este sentido lo dicho por Goebbels en un artículo publicado durante la guerra, en el que el ministro de información de Hitler afirmaba que en el año 2000 veríamos una Europa dominada por la cultura alemana. Solo se equivocó en diez años, asegura Glezos, pues hoy Alemania domina política y económicamente”.
Lo que más llama la atención, con todo, en una tan larga trayectoria política como la del escritor griego, sumamente coherente y combativa en su defensa de la democracia, es que quien se enfrentó al nazismo en su juventud va a sentarse en el Parlamento, a sus noventa años, junto a un partido neonazi como Amanecer Dorado, que se siente identificado con la bandera que Glezos arrió de la Acrópolis en su mocedad. La memoria de quien vivió la ocupación hitleriana sirve en ese caso para establecer pertinentes comparaciones: “La ESPO, Organización Social Nacionalista Patriótica, fue creada en esos años por los griegos colaboracionistas y los alemanes. Defendía lo mismo que ahora defiende Amanecer Dorado. Hay que revelarle al pueblo, por lo tanto, los planes de esa gente”.
Los dos enemigos de Syriza son a juicio de Manolis Glezos Amanecer Dorado y los planes de austeridad promovidos por la Unión Europea, en especial Alemnia. Para él, los bancos internacionales, las agencias de calificación y los fondos de inversión que asientan su poder en Europa y en el mundo se preparan para destruir los Estados y la democracia con la deuda como arma. Esta es la bandera que Glezos pretende arriar también ahora, en su muy activa senectud. Por eso no hace memoria, escribiendo su pasado, y sigue viviendo en presente su dilatada resistencia a toda dictadura.
ADELSON, FUENTE DE DINERO PARA LA ULTRACONSERVACIÓN
Sheldon Adelson dijo en febrero que está “en contra de que la gente muy rica intente influir en unas elecciones”. Pero como otros lo hacen, él no está dispuesto a quedarse atrás. El promotor de la posible instalación de Eurovegas en España se ha convertido en uno de los principales donantes de la campaña republicana en las elecciones en EEUU, el mayor adversario que tiene Barack Obama en el mundo del dinero. Porque si algo le sobra es precisamente eso, dinero. Menos conocida es su influencia en la política israelí, donde se ha convertido en un baluarte fundamental del primer ministro Netanyahu. Sus ideas sobre el conflicto palestino son claras: no tienen derecho a ninguna reivindicación sobre la tierra que reclaman para su Estado.+@Sáenz de Ugarte
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