
Lazarillo
Alertado por la noticia que leo en Público.es (¿para cuándo sabremos si esta publicación tiene o no futuro como diario electrónico y va a ponerse a funcionar como sus lectores desean?), la de que el obispo de Cádiz y Ceuta ha hecho una llamada para que su santa madre iglesia recupere el diezmo que perdió hace como dos siglos con la llamada desamortización de Mendizábal (1837), este Lazarillo se proponía hacer la correspondiente glosa. Para ello consultó antes en qué medida la recién conmemorada Constitución de Cádiz de 1812, que tanto ha celebrado Mariano Rajoy como cosa retrospectiva muy suya y de su partido, ya había intervenido en esa materia con una reducción de tal tributo, algo que no les sentó muy bien a los partidos conservadores de entonces. Buscando esos datos, encontró el artículo que sigue en el blog que se indica, y como coincide más o menos con lo que el fimante iba a exponer -aunque quizá con menos mesura-, pues expone lo de su colega en Sin censura previa, al tiempo que recomienda este blog al curioso lector.
"En estos días convulsos celebramos la abolición del Antiguo Régimen conmemorando el segundo centenario de la promulgación de la Constitución de Cádiz el 19 de marzo de 1812. En días de elecciones autonómicas, de huelgas generales y de un ambiente revuelto en las calles por la mala situación socioeconómica en que nos encontramos hoy día, la Iglesia, a través de sus ministros, no se puede quedar atrás.
El diezmo, la concesión y cobro de una décima parte de algo, era una de las formas en que la Iglesia “sobrevivía”. Podríamos decir, rememorando a Engels, que sería la forma de tributación de un aparato estatal, o paraestatal. Con la abolición de los diezmos, tras la irrupción del Estado liberal con la muerte de Fernando VII (1833) y la victoria de los isabelinos (partidarios de su hija Isabel y de tinte liberal) frente a los carlistas (o partidarios de su hermano Carlos María Isidro, otro insigne paladín del absolutismo más rancio) en la Primera Guerra Carlista (1833-1839), todo el engranaje eclesiástico quedó sin parte de la lubricación que lo hacía funcionar. La desamortización eclesiástica de Mendizábal (1837) acabó, con gran parte, teóricamente, del poderío religioso en España.
Sin embargo, los Estados liberales (y católicos) se han preocupado por destinar partidas presupuestarias en defensa del mantenimiento de la religión católica en España. Saltando en el tiempo, a día de hoy, el Estado que es el Vaticano, y sus funcionarios, los religiosos y religiosas que predican en nuestro país, están sin blanca. Como bien apunta el obispo de Cádiz, curiosamente la ciudad que vio nacer la Constitución, ironías del destino, el aumento de las personas que acuden a Cáritas, hace necesario el cobro de un impuesto, o como dice el canónico, la vuelta del diezmo. Como ocurre con el Estado del Bienestar, para que funcionen ciertos servicios es necesario que se recauden impuestos. No obstante, por si nadie se ha percatado de ello, la Iglesia cuenta con un patrimonio multimillonario. Quizás, si el Estado cobrase lo que debiere (véase el IBI [Impuesto de Bienes Inmuebles], o la declaración de la renta a todo el personal religioso, o, incluso, lo que nos cuesta mantener SU patrimonio) no pedirían tanto, o bien administrarían mejor sus recursos.
Entre el Gobierno y la Iglesia no me extrañaría nada escuchar a alguien gritar por las calles: “¡Vivan las ca’enas!”
"Golpe de reyes", de David Serafín.-Editorial Berenice, 2012
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