viernes, 23 de marzo de 2012

¿CÓMO NO SE ARRESTÓ ANTES A MOHAMED MERAH, SI ESTABA BAJO VIGILANCIA?


Eduardo Febbro

Mohamed Merah dejó un tendal de muertos, muchas incógnitas y una madeja de argumentos muy útiles para los sectores más duros de la derecha, tanto dentro del partido presidencial UMP como para la ultraderecha del Frente Nacional. Los temas sociales y económicos dominaron las primeras semanas de la campaña para las elecciones presidenciales de abril y mayo próximos. La irrupción de Mohamed Merah legitimó los temas prioritarios de la derecha: la seguridad, la inmigración, el lugar del Islam en Francia. Apenas muerto, Nicolas Sarkozy anunció un paquete de medidas represivas. “En adelante, cualquier persona que consulte de forma regular portales de Internet que hagan apología del terrorismo o que llamen al odio o a la venganza, será castigada penalmente. Cualquier persona que viaje al extranjero para adoctrinarse con ideologías que conducen al terrorismo, será castigada penalmente. La propagación y la apología de ideologías extremistas serán reprimidas mediante un delito que figura en el Código Penal y con los medios con que ya cuenta la lucha antiterrorista”, dijo el presidente. Quedan, en el medio del drama, una polémica y un misterio. La polémica: ¿cómo es posible que los servicios secretos, que lo tenían bajo vigilancia, no lo arrestaran antes de que multiplicara los asesinatos? El misterio: ¿quién era realmente Mohamed Merah? ¿Cómo hizo un joven ladronzuelo de 24 años para convertirse de la noche a la mañana en un serial killer confesional que actúa en nombre de Al Qaida con una crueldad que ni sus presuntos maestros han sido capaces de alcanzar? Con una ayuda social de 700 dólares, ¿cómo hizo para pagarse los autos, las armas, los departamentos?

La prensa francesa y los relatos oficiales lo describen como un hombre con 100 rostros. Los primeros retratos de Mohamed Merah evocan un tipo medio “musculoso”, con una “cicatriz” o un “tatuaje”, de mirada “glacial”. Christian Etelin, el abogado que lo defendió de los numerosos delitos que cometió cuando era menor, ofrece otra descripción: “cara de ángel”, de una belleza “fascinante”, “suave”, de “voz dulce”. En lo que atañe a la religión y la política, su abogado dice que Mohamed Merah había “levantado una muralla y nunca abordaba el tema”. Sobre su recorrido como jihadista también hay más de una versión: estuvo entrenándose en Pakistán y Afganistán con los talibán para pelear contra las tropas de la OTAN, viajó a Israel, a Palestina, a Siria, a Irak, a Jordania. Misterio sobre misterio. Los servicios secretos mantienen su versión inicial: Merah era “un lobo solitario” que presentaba un “perfil de autorradicalización salafista atípico”, independiente de cualquier “organización estructurada conocida”, según François Molins, fiscal de París. Sin embargo, el hombre pasó a través de las redes de los servicios de inteligencia de Francia, pero figuraba en la lista negra de denegación de vuelo que maneja el FBI, creada después de los atentados de septiembre de 2001. La policía federal norteamericana le seguía la huella a partir de informes enviados desde Afganistán. En 2010, Merah fue arrestado en la región afgana de Kandahar y entregado a los soldados norteamericanos, que lo expulsaron a Francia. Ahora bien, según el vespertino Le Monde, las fuerzas de la OTAN no confirmaron su expulsión. Merah decía actuar en nombre de Al Qaida, pero Washington asegura que el joven francés de origen argelino nunca estuvo en contacto con los altos mandos de Al Qaida.

El debate que estalló ahora en Francia atañe a ese capítulo de la vida del presunto terrorista. La Dirección Central de la Información Interior (DCRI) está acusada de no haber hecho bien su trabajo. Merah estaba fichado en Francia desde 2011 y eso permitió su identificación, no así su arresto previo a la segunda tanda de asesinatos (sus crímenes se extienden del 11 al 19 de marzo). El organismo se defiende diciendo que Merah se “autorradicalizó” en una “opción” solitaria difícilmente previsible. Pero era conocido hasta en Washington. Nadie ha podido aportar una respuesta a otra pregunta: ¿cómo pasó de la nada a la acción descabellada? No se han encontrado cartas, ni cuadernos íntimos ni mensajes en Internet donde Mohamed Merah haya manifestado la más lejana idea. Parece no tener relato propio. Sólo hay un montón de relatos oficiales y un extraño hilo conductor que cada medio de prensa completa a su manera. Jihadista pero no tanto, malo pero también “ángel”, pobre pero con armas y autos, delincuente pero viajero internacional. Una información se superpone a la otra sin que surja una imagen nítida para saber quién fue ese hombre que puso su revólver sobre la cabeza de niños y disparó.

+@Toulouse: polémiques après la mort de Mohamed Merah.

+@¿Por qué no se neutralizó a Merah?

LIBROS A DIARIO

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Combates de este tiempo, Julio Anguita.- Editorial El Páramo

El próximo día 28 se presentará en Sevilla este interesante libro de Julio Anguita, que recoge los artículos publicados en diversos medios, a lo largo de los últimos veinte años años, por quien fuera secretario general del Partido Comunista de España y coordinador general después de Izquierda Unida. Son de tener en cuenta las palabras que dijo su autor, cuando "Combates de este tiempo" se presentó por primera vez en Córdoba el pasado mes de diciembre: "Aparte de la satisfacción personal por ver impreso lo que uno escribe -explicaba Anguita-hay otras razones mucho más importantes que no son solo esa y es que desde hace 4 años estamos asistiendo a un debate tremendo sobre los momentos que está viviendo la democracia, la cual está siendo raptada por el mercado". “Todo lo que está pasando ahora tuvo su génesis en el proceso de construcción europea”, afirmó. "Aunque a mucha gente pueda parecerle que esto que sucede es nuevo, de la crisis del 2007 para acá, la verdad es que el debate sobre el rapto de la democracia por los mercados ya existía hace 20 años". “El debate sobre la Construcción Europea le fue hurtado muchas veces a la población. Hurtado desde los medios de comunicación y hurtado desde la frivolidad política de quienes entendían que aquel debate era una posición de izquierdismo casi fraudulento. La posición que tuvimos y tuve yo como representante máximo de mi fuerza política en aquel momento en el Congreso, cuando Maastricht, cuando la moneda única, se ha visto que era la correcta”. El libro, dijo Julio Anguita, “es una homenaje a los compañeros y compañeras que durante tantos años se enfrentaron al qué dirán de los medios de comunicación y de la mal llamada pero a veces bien llamada clase política, basada en tópicos y en continuar las instrucciones que le venían desde los centros europeos”. En el libro “se reflejan los combates de una época que no pasaron, sino que están vigentes hoy en día”. “Quien quiera entender lo que está pasando tiene que estudiar otra vez qué pasó con Maastricht, con Amsterdam, con Niza, con el Tratado de Lisboa, qué pasó con el fin de la Unión Soviética”. El libro de Julio Anguita facilita ese estudio.

Ciudades de la deriva, de Stratís Tsircas.- Ed. Cátedra

La editorial Cátedra acaba de publicar una obra maestra de la literatura contemporánea griega que recomiendo muy vivamente: Ciudades a la deriva, de Stratís Tsircas. La obra no es solamente la bellísima narración de una circunstancia social y política excepcional en un mosaico de situaciones y personajes que nos llevan de un lugar a otro (en realidad, a tres ciudades entonces a la deriva, Jerusalén, El Cairo y Alejandría) y a una mezcla constante de perfiles humanos y políticos (espías, militares, civiles, fascistas, comunistas…) sin solución de continuidad. Es también la reconstrucción de un momento al que cuesta trabajo volver la mirada, un ejercicio lúcido de memoria histórica, una reivindicación y una reafirmación de la independencia, del valor humano y de la libertad ahora, quizá más necesarios que nunca. La edición está a cargo de Ioanna Nicolaidou y la traducción es de Vicente Fernández, dos veces galardonado con el Premio Nacional de Traducción. Ambos son una garantía de que se puede leer en castellano sin que la novela pierda la belleza de su idioma original. No dejen de leerla. Les gustará. (Juan Torres López)

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