lunes, 20 de febrero de 2012

REPRESIÓN POLICIAL EN VALENCIA CONTRA ESTUDIANTES ADOLESCENTES, PARA QUE APRENDAN



Ana Cuevas


El Nuevo Orden ha manifestado su vocación pedagógica. Es imprescindible que la ciudadanía asuma rápidamente sus máximas. Por eso han decidido emplearse a fondo con la infancia y la juventud. Cuanto antes entiendan que no deben sacar los pies del tiesto, más pronto se resignarán al futuro sin derechos ni libertades que les aguarda. La sumisión se explica mejor si viene acompañada de una guarnición de hostias.

Como las que recibieron los adolescentes valencianos que osaron manifestarse contra los recortes en educación. ¿No se quejaban los muy flojos de pasar frío en las aulas? Pues ya están calentitos. La delegada del gobierno valenciano, Paula Sánchez de León, les envió esos calefactores ambulantes que algunos denominan fuerzas de seguridad del estado y la temperatura de los escolares explotó todo los termómetros.

Para que luego digan que los gerifaltes no piensan en la chavalería. Lo que sucede es que les quieren ahorrar la frustración a la que se verían abocados en su vida adulta si seguían alimentando quimeras obsoletas como la libertad de expresión o el derecho a la protesta. Los policías que apalearon a estos chicos y chicas de entre doce y diecisiete años son las supernannys del sistema ultraliberal. Para grabar a sangre y fuego las lecciones que imparten emplean el método conductista: estímulo-reacción.

Es decir, a cualquier atisbo de estímulo, rebeldía o disidencia se responderá con una reacción brutal, desproporcionada y dolorosamente disuasoria. Es por su bien, aunque ahora no lo entiendan. Así, cuando les toque ser ganado fresco en el mercado laboral de esclavos que estamos estrenando, tendrán esta magistral lección bien aprendida: La letra (del totalitarismo) con sangre entra.

+@Tengo seis grapas en mi cabeza por defender mis derechos


Se llama Paula Sánchez de León, es la delegada del Gobierno en la Comunidad de Valencia y la responsable, por lo tanto, de la brutal represión policial contra los adolescentes que ejercieron el derecho libre y democrático de manifestación y expresión en las calles de Valencia. Le deseo que algún día, si los tiene, alguno de sus hijos pueda encontrarse en la misma situación que ahora han sufrido los padres de los muchachos apaleados. Es muy probable que si doña Paula trata de evitar esa posibilidad con similar energía a la utilizada contra los estudiantes, sus hijos hagan lo propio para enfrentarse a toda imposición que les impida ser ciudadanos críticos.

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