domingo, 5 de febrero de 2012

EL PARTIDO SOCIALISTA ESTÁ KALIYUGA


Lazarillo

Aunque hoy los periódicos dediquen muchas páginas de información y análisis al asunto, la victoria por muy pocos y presionados votos del mesurado Alfredo Pérez Rubalcaba sobre la carialegre Carme Chacón para hacerse con el cargo de secretario general del Partido Socialista, no creo vaya a tener más repercusión para el porvenir del PSOE que la que podría haber representado la victoria de su oponente. Puestos a buscar alguna sutil diferencia entre la palabrería hueca de uno y otra a lo largo de sus respectivas campañas, me quedo con una única nota distintiva que ayer, muy a última hora, expuso Rubalcaba y le faltó a Chacón, aunque del dicho al hecho bien saben muchos de los votantes del PSOE -entre los que están buena parte de los que no lo fueron el pasado 20 N- el mucho trecho que distancia las promesas mitineras de las realidades de Gobierno. Don Alfredo manifestó que si la derecha pretende volver a imponer sus dogmas -tal como se constata por las últimas medidas regresivas acordadas por el Gobierno marianista respecto a la ley del aborto y a la supresión de la asignatura de Educación para la Ciudadanía*-, el PSOE se replanteará la revisión de los acuerdos con la Santa Sede: Si quieren retroceder 30 años, retrocedamos en todo, afirmó Rubalcaba. El auditorio -cuentan las crónicas- estalló en uno de las más intensa ovaciones que se dieron durante el discurso del todavía candidato, como si esa declaración lo hubiera despertado del estado de kaliyuga que afecta a la izquierda en general y a la militancia socialista muy en particular, algo que hoy glosa con agudeza y oportunidad mi admirado Manuel Vicent en su habitual columna dominical del diario El País:

"La izquierda está kaliyuga. Este término del hinduismo lo usaban algunos progres en tiempos de la psicodelia, a finales de los años sesenta del siglo pasado, bajo el humo de la marihuana, para expresar un estado de ceguera, de confusión o desánimo. Según los libros sagrados de los vedas, la diosa Kali es la dueña del terror, pero estar kaliyuga entre aquel grupo de amigos significaba, más allá de la influencia maligna de esta diosa, que una niebla rara te impedía percibir el futuro inmediato a medio metro de la nariz. Es lo que le pasa hoy a la izquierda en España. Ni siquiera está cabreada, sino simplemente ciega, confusa, kaliyuga. Con sus juguetes digitales, moviendo los dedos sobre un teclado, algunos jóvenes son capaces de convocar a decenas de miles de seres airados en una plaza y llenarla de gritos, pero, una vez reunidos, sobre su cólera se posa la niebla de kaliyuga y cuando esta se levanta ya no queda nada detrás de las pancartas. ¿Adónde ha ido a parar la movida del 15-M, que estaba dispuesta a asaltar el Palacio de Invierno armada solo con tenedores? Ha entrado en el reino de la oscuridad. En cambio, la derecha está en celo como una mona, feliz, sin complejos, en plena contrarreforma, poniendo patas arriba la ley del aborto, la píldora del día después, la Educación para la Ciudadanía, la ley de costas, lo que haga falta, mientras la economía se hunde un poco más cada día. No engaña a nadie. Estaba en su programa. La izquierda que por despecho o desgana rehusó ir a votar, no tiene ningún derecho a quejarse ahora. Incluso carece de coraje suficiente para rebelarse, porque está totalmente kaliyuga, envuelta en la confusión. ¿Quién sería capaz de pronosticar el futuro del socialismo? A medio plazo tiene menos porvenir que un submarino descapotable, como se decía entonces, cuando la marihuana de los dulces hippies sustituyó en este país a la grifa de los legionarios. En aquel tiempo estar kaliyuga era una expresión que se refería solo a un estado del espíritu. Había días transparentes en que todos los dioses te parecían azules. De pronto, sin saber el motivo, te invadía una extraña ceguera. "¿Qué te pasa?", preguntaba el colega. "Nada, que estoy kaliyuga". Eso mismo le pasa a la izquierda hoy, que está kaliyuga, nada más".

*Rajoy usará el legado de Fraga como guía para el futuro.

+@El naufragio de la izquierda. (Cristianismo y Justicia). El texto es largo pero muy digno de lectura.

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