miércoles, 10 de agosto de 2011

CAÑIZARES Y EL OLVIDO DE DIOS*



Félix Población

Cuando el cardenal Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, afirma que problema principal de Europa en las actuales circunstancias no es económico sino que reside en el olvido de Dios, vivir como si Dios no existiera, lo que está haciendo es defender su oficio, al tiempo que la subsistencia de su iglesia. Por eso, como hicieran sus predecesores, ha de recurrir también a la predicción catastrofista, como si la contante y sonante crisis de nuestros días fuera una de aquellas epidemias apocalípticas de antaño, acaecidas según Roma por culpa de los pecados de los hombres y no de la gran miseria. Así, según sentencia Cañizares, el vigente olvido de Dios puede llevar a Europa a una vía de autodestrucción.

En consonancia con esa línea de dependencia dogmática -casi llego a decir de pensamiento-, un prefecto tan divinamente cultivado y disciplinado en sus menesteres no podía dejar de referirse a la quiebra moral que vive nuestra sociedad, a la necesidad de una nueva evangelización y a las bases de la identidad europea, fundadas según su eminencia en la filosofía griega, el derecho romano y la fe cristiana.

En atención al carácter evangelizador que Cañizares invoca para su fe, es de recordar que el mensaje de Jesús de Nazaret no casa con los orígenes de la cristianización europea, que empezaron con la batalla del Puente Milvio y siguieron con las Cruzadas, incluida la de Franco. Tampoco con un conflicto armado de siglos como la llamada Reconquista en España, la despiadada represión de los tribunales del Santo Oficio y las brutales guerras de religión, derivadas de la Reforma protestante y la Contrarreforma católica, que padeció Europa durante los primeros siglos de la Edad Moderna.

La fe cristiana dio mucha guerra en el viejo solar continental, no por culpa del olvido de Dios, sino de la respectiva y abusiva utilización y apropiación que de su nombre hicieron las distintas confesiones para imponer su poder y dominio en los Estados. Hoy ese poder está en manos de los mercados financieros y todos sabemos el papel que les toca a los mercaderes en el evangelio de Cristo.

*Artículo publicado hoy en la columna Bocacalle del diario Público.

+@Los viajes del papa y los viajes de Jesús. (José María Castillo, Atrio).

1 comentario:

Folía dijo...

El último párrafo es antológico. Así de claro.

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