lunes, 13 de junio de 2011

DESDE GUATEMALA: ELEGIR EN UN CLIC ENTRE SUICIDIO Y UTOPÍA


Fernando Suazo

Nada menos que el ministro de Gobernación acaba de decir que el 70 por ciento de los supuestos zetas capturados en estas semanas son kaibiles (El Periódico, 6/6/11). Como ciudadano desinformado me inclino a sospechar que el ministro no exagera, sino todo lo contrario; y que es fácil suponer quiénes son los “expertos” que capacitan a los asesinos en el manejo de motosierras para desmembrar cuerpos humanos.

La misma ley (a más desinformación, más sospecha) nos lleva a pensar cosas muy feas de otras muchas noticias: de aquel arsenal capturado a los zetas y que había sido robado, nadie sabe cómo, de un cuartel militar; del caso Parlacén y la sospechosa mano de gánsteres de guante blanco, cúpula del gobierno de Berger, apadrinados por la encomendera oligarquía guatemalteca; de la muerte del empresario Musa y su hija y las graves acusaciones de lavado de dinero al gobierno Colom y a instituciones financieras del sistema; de los más de 80 millones que desaparecieron del Congreso; de las usurpaciones de tierras a comunidades indígenas por parte de grandes compañías; de la persecución y las muertes de líderes, mujeres y hombres, que defienden sus tierras o los recursos naturales de la nación frente a invasores transnacionales; de la manipulación de informes de impacto ambiental por parte de mineras y petroleras; del descarado apoyo a estas compañías por éste o otros gobiernos ignorando los gravísimos perjuicios humanos y ambientales que provocan en las comunidades donde están asentadas; de las increíbles y por demás humillantes ventajas que éste y otros gobiernos otorgan a esas compañías, además de las espléndidas regalías del 99%; del secreto sobre el financiamiento de las campañas de los políticos más poderosos; del control que el crimen organizado tiene de la mayor parte del territorio nacional y por qué eso nadie lo vincula con la actual campaña presidencial; etc. etc. etc.

Estamos mal, muy mal. Dicen que estado fallido. ¡Ja! ¿Acaso no les funciona, pues? ¡Es todo de ellos y para ellos! Eso sí, fallido para el pueblo. Totalmente fallido; o, más exactamente, enemigo.

Y si sacamos la cabeza para mirar al mundo, nos agarrarán temblores al ver al imperio USA planificando guerras con frialdad de rambos; fabricando terroristas o realizando autoatentandos que justifiquen más guerras; inventando su guerra contra el narcotráfico en América Latina, mientras controla la producción mundial de heroína desde Afganistán; aplicando armas increíbles, desde aviones de guerra no tripulados hasta sistemas electromagnéticos que provocan terremotos. Y la perversidad sin corazón de las grandes corporaciones farmacéuticas, alimentarias… Y los otros imperialismos: la UE, China…

Así las cosas, lo normal es vivir encolerizados, indignados. Todavía más: experimentar oleadas de desesperación y pulsiones de muerte. Acercarse al suicidio. Alguien dirá que no es correcto mencionar esa palabra, suicidio, pero en esta sociedad la pulsión de la muerte nos habita, sobre todo porque respiramos muerte como respiramos aire. A pesar de eso, hablar de suicidio está vetado, es como mencionar el lazo en la casa del ahorcado (o tal vez mejor: hablar de la víctima en casa del asesino).

El sistema en el que estamos atrapados es estructuralmente necrófilo, está hecho para producir muerte. Afirmo que en este sistema de muerte nos caben tres destinos: suicidio pasivo: dejarnos morir en vida, vivir sin ser sujetos, vegetar, trabajar y consumir; suicidio activo: quitarse la vida; optar por la utopía, que es morir por algo grande.

La membrana que separa desesperación y utopía es muy delgada, y está en nuestra libertad atravesarla. Recuerdo con frecuencia la parábola de la casa en llamas que escribía Bertolt Brecht: Mientras el fuego devoraba la casa, la gente desde dentro gritaba a los transeúntes: ¿qué tal tiempo hace? ¿está lloviendo ahí fuera? Elegir la vida –o sea, la utopía- es un acto de libertad.

No sé en qué anda ahora la gente española indignada que ocuparon la plaza de la Puerta del Sol en Madrid y varias plazas de otras ciudades. Pero he gozado el perfume que transpiraban sus crónicas y comentarios, algo verdaderamente bello, nuevo: Yo estaba aquí hace tiempo. No aquí, en Sol, ni en la asamblea de mi barrio, estaba aquí, en estas ideas. Hace tiempo. Pero no sabía que tanta otra gente también estaba. Hemos convergido. Coincidimos… Mañana no cambiará nada de lo que nos indigna. Lo que nos indigna se ha construido con leyes y con planes de gobierno. Mañana, ni la semana que viene, cambiaremos esas leyes y planes… Lo que sí podemos cambiar hoy y mañana, ya mismo, es la creación de ese sujeto colectivo que no es débil, que pueda presionar y modificar la máquina que toma las decisiones políticas… Primero, crear el sujeto que cambia las cosas, y, luego, cambiar las cosas. Ese sujeto ya ha irrumpido… La fuerza es número y claridad en la voz. Así se logra presión. La presión es legítima y funciona... Nos querían ignorantes de nuestra fuerza, inconscientes de nuestras capacidades. La presión es el resultado de las fuerzas agregadas de quienes quieren usarlas. ¿Y quién no quiere usarla ahora? Cuando la alternativa es dejarse aplastar o hacer presión, ¿qué duda queda?

En un clic, elegir entre suicidio y utopía.

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