jueves, 12 de mayo de 2011
ELECCIONES MUNICIPALES Y CLIENTELISMO DE LICENCIA Y VOTO
Félix Población
Muchos llaman timocracia a una democracia como la nuestra en donde se fomenta un descarado bipartidismo gracias a una ley electoral injusta en la que los votos del PSOE y el PP valen diez veces más que los de Izquierda Unida. En ese sistema, además, prima la idea entre los votantes de la derecha de que si hay corrupción en el Partido Popular, con un buen número de candidatos imputados en ese tipo de escándalos, hay que votarlos casi por obligación ante la posibilidad de que los del PSOE salgan elegidos.
La postura entre los electores que se inclinan por el Partido Socialista tampoco se basa, en buena medida, en el convencimiento que puedan inspirarles los candidatos. Muchos piensan que si el PSOE hace una política de derechas, peor sería esa política si el Partido Popular la gestionase. Deciden por lo tanto mantener su fidelidad de voto, si bien con un riesgo en este caso de que les pueda la abstención, algo que no ocurre entre los electores del PP y con cuyo factor suele contar y hasta auspiciar este partido para conseguir una victoria general en las urnas.
Quienes residimos en los pueblos, sobre todo en aquellas localidades próximas a las ciudades y con un creciente grado de desarrollo urbano, estamos convencidos de que el clientelismo político es decisivo a la hora de mantener o alterar la gobernación en ciertos municipios. En torno al equipo que los administra existe un cúmulo de intereses gracias a los contratos otorgados a dedo, el favoritismo en la concesión de licencias y subvenciones y la colocación de personal afín al partido gobernante en las empresas privadas que colaboran con los ayuntamientos.
Esto, que todo vecino puede advertir en no pocas localidades pequeñas o medianas de España, también determina y mucho el resultado electoral, sin que la expectativa de una alternancia en la gobernación de esos municipios sea muy estimulante, pues ese mal estilo de hacer política viene de muy atrás en nuestra historia y tiene por eso el carácter de crear escuela.
Tenemos, pues, buena parte de los votos y los gobernantes a merced de unos intereses ajenos al bien social que debe perseguir una gobernación tan próxima y sensible al ciudadano como es la de los ayuntamientos. De ahí que haya sido y sea tan insistente el noticiario de corruptelas que se dan en ese ámbito y que de modo tan nefasto incide en la vida pública, afectada por el doble clientelismo aquí glosado.
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