martes, 28 de septiembre de 2010

HAMBRE, ODIO, MEDIOCRIDAD, BARBARIE


Félix Población

Ayer, en el diario El País, leí una entrevista excelente con John Le Carré (David Cornwell), algo que no es nada difícil si el entrevistador es inteligente, pues para el magnífico novelista británico la conversación es una forma de arte. El periodista sólo debe aprovechar la charla para indagar en la rica personalidad de un autor de probada solvencia intelectual y obtener así un buen resultado con sus preguntas.

Lo que más me llamó la atención de la interviú fue el título: La barbarie es fruto de la mediocridad. Habla Le Carré de la barbarie durante el régimen de Stalin y asegura que cada país tiene su barbarie, y que ésta no es un atributo sólo de los hombres poderosos. Es consecuencia de la mediocridad. Gente normal haciendo cosas horribles.

Son palabras dignas de reflexión, porque yo creo que nunca y de forma tan globalmente extendida ha sido posible hacer de la mediocridad una norma, sabiamente gobernada y reconducida por los medios de comunicación de masas, cuyo grado de eficacia e influencia propagandística -masivo e intensivo- jamás ha tenido tantas posibilidades de éxito en todos los ámbitos sociales.

El periodista le recuerda al escritor que muchos pensaban que una vez acabada la guerra fría las posibilidades de argumentar sus obras iban a quedar muy reducidas, a lo cual Le Carré contesta con una frase de George Smiley: "Ya hemos vencido al comunismo; ahora nos toca lidiar con el capitalismo". Y en esas estamos. No creo que la globalización sea buena en absoluto. Es la vieja colonización con otro traje -dice Le Carré-. Es la destrucción del tercer mundo, la creación de mega ciudades y la explotación del trabajo barato y sin regular. Es una catástrofe ecológica y sociológica. Creo que hay mucho sobre lo que escribir.

En relación con este nuevo horizonte literario de la globalización, leo hoy una entrevista con Jean Ziegler. Sociólogo y miembro del comité consultivo del Consejo de Derechos Humanos, autor de un interesante libro que hay que leer: El odio a Occidente: Pocas veces los occidentales -dice- han dado tales muestras de ceguera, indiferencia y cinismo como ahora. Su ignorancia de las realidades es impresionante. Y así es como se alimenta el odio.

Datos: 37.000 personas fallecen de hambre cada día, más de mil millones sufre desnutrición. Mientras, 500 multinacionales controlan el 53 por ciento del PIB mundial. La oligarquía del capital financiero domina como nunca sobre el planeta. Según el secretario general de la ONU, bastarían 40.000 millones de dólares para erradicar el hambre. En lugar de eso, según Ziegler, son las que él llama estructuras del orden criminal las que fabrican cada día la masacre cotidiana del hambre. La solución -afirma- no es dar más, sino robar menos.

Los pilares de ese orden criminal son tres: el primero la exportación por parte de la UE de productos agrícolas a África a precios muy bajos, que contribuye a destruir la agricultura africana. El segundo, los agrocarburantes: se queman millones de toneladas de trigo y maíz para proteger el planeta, para reducir las emisiones, pero quemar alimentos en un planeta donde cada cinco segundos un niño muere de hambre es un crimen contra la humanidad. El tercer pilar es la especulación bursátil de los grandes hedge funds sobre el arroz, el trigo, el maíz, etcétera. La especulación sobre los alimentos de base que hace que exploten los precios de esos alimentos.

El libro de Ziegler aboga por la esperanza de quebrar ese orden caníbal que gobierna el mundo, para lo cual sería menester un frente de solidaridad planetaria entre una nueva sociedad civil, aquí, y los nuevos movimientos del Sur. Los países del Sur reclaman unas organizaciones internacionales y unos organismos de igualdad y justicia que ahora mismo no existen, porque la ONU ya no funciona.

Para que tal posibilidad fuera efectiva sería imprescindible un grado de concienciación social por parte de los ciudadanos occidentales que está muy lejos de darse. El capitalismo ha sabido fabricar en el entorno del bienestar y consumo en que nos movemos una conformidad egocéntrica de mediocridad donde quizá resulta más posible generar odio -hacia quienes puedan poner en peligro nuestro status- que solidaridad. Es lo que tiene el desbocado afán de codicia que explota hasta la desmesura nuestro palenta, que también ha terminado por arraigar en la conciencia del ciudadano occidental medio con un creciente afán de posesión, capaz de combatir a quien pueda estorbar esa meta.

La emergencia de partidos xenófobos en países tan alejados de esa orientación como Suecia prueba que la mediocridad puede volver a elegir el odio como alternativa y primer escalón hacia la barbarie. Los gobiernos de la derecha en Francia e Italia demuestran cada día que ese voto también les importa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

También puede ser un mitivo para hacer huelga.

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