sábado, 21 de agosto de 2010

MADRID, AL BRIGADISTA OLIVER LAW*


Félix Población

El pasado 20 de junio, los Amigos y Familias de la Brigada Abraham Lincoln, que combatió con los Voluntarios Internacionales en la Guerra de España contra el fascismo, adoptó como resolución promover y apoyar la solicitud de que una calle de Madrid, capital de la República defendida por los brigadistas internacionales en 1936, lleve el nombre de Oliver Law, personificando en él a todos aquellos de sus compañeros que lucharon por la democracia en nuestro país. De los casi 60.000 brigadistas de más de cincuenta países que participaron en la contienda perdieron la vida algo más de 15.000. Oliver Law fue uno de ellos.

Law fue el primer afroamericano en la historia de los Estados Unidos en dirigir una fuerza militar blanca. Había nacido en el oeste de Texas en 1900 y muy joven ingresó en el ejército estadounidense, donde sirvió como soldado de infantería en la Primera Guerra Mundial. Tras abandonar las fuerzas armadas, se trasladó a Bluffton, Indiana, para trabajar en una fábrica de cemento, y más tarde a Chicago, donde fue taxista y estibador. Se afilió al Partido Comunista en 1932 y poco antes de viajar a España había sido arrestado cuando lideraba una manifestación en contra de la invasión italiana de Etiopía.

Oliver Law fue uno de los primeros voluntarios de Estados Unidos en alistarse como combatiente en defensa de la República española. Su experiencia militar y sus cualidades de liderazgo le avalaron primero como jefe de sección en una compañía de ametralladoras. Cuando el batallón Lincoln fue reorganizado, luego de la batalla del Jarama, Law sería ascendido a capitán, tras ser transferido el comandante Martin Hourihan al Estado Mayor del regimiento. Oliver Laaw sólo estaría al mando del batallón Abraham Lincoln durante los primeros días de la ofensiva de Brunete. El 10 de julio de 1937, en la cuarta jornada de aquella campaña, resultó mortalmente herido mientras comandaba un asalto al llamado Cerro del Mosquito, área geográfica correspondiente al municipio de Villaviciosa de Odón. En la ladera de ese cerro que desciende hacia el río Guadarrama perdió la vida, junto a una decena de sus compañeros, el primer ciudadano estadounidense negro que alcanzó el grado de capitán en combate sobre tropas blancas.

Contaba hace unos años Harry Randall, camarógrafo y fotógrafo de la Brigada Abraham Lincoln -integrada por 2.800 voluntarios norteamericanos-, que la Linncoln fue la primera unidad militar de esa nacionalidad compuesta por soldados de todas las razas. Jamás había ocurrido antes ni ocurriría después, en la II Guerra Mundial, donde las tropas de los Estados Unidos seguían siendo segregacionistas. Es conocida la anécdota de un coronel estadounidense durante su visita a España en 1937, cuando a la vista del capitán Oliver Law le preguntó si no le daba vergüenza lucir un uniforme con galones, a lo que Law respondió: “En España los galones se obtienen por lo que merecemos, no por nuestro color”. En ese sentido se cita también la frase que dejó escrita el último de los afromericanos fallecidos de la Brigada Lincoln, Jimmy Yates: “En España fue donde por primera vez, siendo negro, me sentí libre”.

Hace unos meses, el colectivo castellano Yesca, integrado por jóvenes antifascistas, promovió una campaña bajo el nombre de Placa-placa, cuyo objetivo era denunciar la presencia de la numerosa simbología franquista en las calles y plazas de diversas localidades del centro peninsular, entre las que no podía faltar Madrid. Estimaba el citado colectivo, dado que la permanencia de esos nombres y símbolos constituye una ofensa para todo aquel que aspire a una sociedad libre y democrática, que no era preciso esperar por más tiempo a que se aplicase la Ley de Memoria Histórica en vigor. Puesta en marcha su campaña entre el mes de octubre del año pasado y febrero del actual, el balance de su recolección arrojó un total de 216 símbolos franquistas retirados en los municipios de Madrid, Pozuelo, Fuenlabrada, Segovia, Toledo y Cuenca.

Que esto esté ocurriendo a las alturas de nuestro vigente periodo democrático y que hasta el momento ni una sola de las calles y plazas de Madrid lleve el nombre de uno de aquellos luchadores, componentes de las Brigadas Internacionales, que durante el otoño de 1936 contribuyeron decisivamente a que la capital de la República no fuera conquistada por el ejército franquista, denota hasta qué punto la Transición primero y los sucesivos gobiernos socialistas después han dejado sin la justa reparación y el oportuno y diligente homenaje debidos en vida a quienes se jugaron la vida viniendo a combatir desde sus respectivos países en defensa de la libertad.

El 23 de noviembre de 1936, reunidos en Leganés los cabecillas golpistas con Franco, optaron por suspender el brutal ataque que había sufrido la capital, después de los cruentos combates de la Ciudad Universitaria. Si el general felón Mola hubo de desistir de tomar café en la Puerta del Sol, tal como se había propuesto a guisa de marcial baladronada, en buena medida se debió al activo concurso de las Brigadas Internacionales en la Batalla de Madrid. Las primeras unidades desfilaron por la ciudad cuando Franco pretendía abrirse paso a través de la Casa de Campo, sin poder franquear a la postre el Cerro Garabitas.

Hay una fecha anual desde 1987 dedicada a Oliver Law y a la Brigada Lincoln por el Ayuntamiento de Chicago. Tarde pero a tiempo para la historia, el de Madrid debería también honrar el nombre de Law.

*Artículo publicado hoy, sábado, en el diario Público.

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