miércoles, 25 de agosto de 2010

LA CULTURA DE LULA DA SILVA


Félix Población

Dos diarios españoles se reparten la publicación de las cartas que mi paisano Alejandro Prieto envía con frecuencia a ambos periódicos, El País y Público. Habitualmente suelen ser misivas interesantes, tanto por la originalidad de sus puntos de vista como por la concisión y claridad de sus exposiciones. Hoy se refiere a la formación académica y valoración de los políticos, y resalta el hecho de que Luis Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil con ocho años continuados de mandato, no tenga fomación universitaria y goce de un índice de popularidad insólito en quien debería haber sufrido el consiguiente desgaste por su permanencia durante dos legislaturas al frente del país.

A favor de Lula da Silva cuenta el hecho de haber logrado que millones de familias brasileñas hayan salido del infierno de la pobreza extrema y otras tantas hayan logrado incrementar sus ingresos, según hace constar Prieto Orviz. Eso bien podría reportar a la figura del presidente la simpatía del 80 por ciento de sus conciudadanos.

No lo dice el comunicante, pero es sabida la insistencia de muchos cronistas, tertulianos y observadores de la política española -por lo general afincados en la derecha más cerril y cavernaria- en reducir o menospreciar la personalidad de algunos altos cargos públicos o diputados del partido adversario en función de la carencia de títulos o másteres en su currículum académico.

Según ese parámetro, Lula da Silva nunca podría haber aspirado a la presidencia de Brasil, pues por provenir de una familia muy humilde y pertenecer por lo tanto a la clase obrera no tuvo oportunidad de cursar estudios universitarios, algo que sin duda sí podría haber conseguido si se hubiera criado en una clase social superior, con lo cual sí podría haber aspirado a la política para defender, obviamente, la política que beneficiase a su clase.

Sin embargo, gracias a su empuje y valía personales, a su capacidad de lucha sindical y a una inteligencia política que nadie le puede negar ahora porque ha sabido demostrarla a lo largo de su gestión, Lula da Silva pasará a la historia de su país como el presidente que ha contado con mayor apoyo popular durante su permanencia en el poder, algo que muy posiblemente nunca llegará a conseguir cualquier candidato de la derecha que aspire a esa misma plaza, por muchas que sean sus titulaciones en renombradas universidades.

Ni aquí ni posiblemente en Brasil se caracterizan los políticos por su cultura y sabiduría. Bien sabemos que suelen primar otros valores, cualquiera que sea el partido al que pertenecen, para hacer carrera en su gremio. Lo que parece claro es que, con título o sin ellos, la sociedad valora lo que Lula da Silva representa para una gran mayoría de brasileños: la honestidad, coherencia y sensibilidad de su gestión para rescatar a mucha gente de la miseria. Para eso ha sido imprescindible que el presidente tuviera como mejor título el de haber crecido muy cerca de esa miseria y que no haya olvidado, una vez arriba, esa cultura tan viva.

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