Lazarillo
Asisto con requemado escepticismo al debate que se vive en el Partido Socialista de Madrid (PSM) sobre la conveniencia o no de sustituir a quien hasta ahora era candidato a la presidencia de esa Comunidad, el más que sobrio secretario general Tomás Gómez, por la que en la actualidad es ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, avalada por una buena gestión al frente de su departamento, y que al parecer podría ser la mejor contrincante para desbancar a la lideresa Aguirre.
Sabedores los dirigentes del Partido Socialista de que la plaza de Madrid es decisiva no sólo como batalla electoral en sí misma, por lo que tiene de reconquista para la izquierda (dicho sea con todos los reparos) de un feudo que últimamente se viene decantando por la derecha, sino como palanca probablemente decisiva para que el PSOE no pierda los próximos comicios generales, Rodríguez Zapatero, Blanco y demás compaña asesora en este tipo de suertes ultimaron que la carta a jugar es Jiménez y no Gómez, pues la primera aventajaría a Esperanza Aguirre en las encuestas de estimación de voto, algo que su compañero Tomás está muy lejos de conseguir.
Esto ha hecho estallar un enconado debate en el interior del
“Quiero reconocer la buena labor realizada por Tomás Gómez no sólo por el trabajo de denuncia sino por su capacidad de elaborar alternativas a la caótica situación que vive Madrid con los Gobiernos de Aguirre. Respeto, trabajo y esfuerzo constante es lo llevado a cabo por este portavoz tanto en el Ayuntamiento como en la ejecutiva regional. Sin embargo, cuando llega el momento de las elecciones es cuando debemos actuar con generosidad, pensando en lo colectivo y en ganar Madrid, haciendo todo lo posible por recuperar el Gobierno para los ciudadanos. Por ello pienso que Trinidad Jiménez es la mejor opción para conseguir ese objetivo. Por su fuerza, su capacidad de trabajo, su conexión con los ciudadanos, su conocimiento de aspectos clave en Madrid como es la sanidad, las políticas sociales o la dependencia. Porque desprende ilusión a raudales, ganas de ganar y sobre todo porque los ciudadanos quieren que gane”.
Decir eso es como decir nada, porque si tan nefastos han sido según los socialistas los gobiernos de la derecha, lo que debe primar a la hora de elegir a un candidato es el programa electoral que su partido esté comprometido a llevar adelante. Ni una cara ni un nombre alterarán substancialmente el voto del electorado si a quien aspire a la presidencia de la comunidad de Madrid no lo acompaña un proyecto estimulante y coherente con las siglas a las que se debe su candidatura, si es que sigue cabiendo esa posibildiad.
A la espera del resultado de las primarias de octubre, no parece previsible que gane Gómez -por aquello de faltarle el casi siempre decisivo apoyo del jefe-, pero si lo hiciera no sólo perdería Trinidad Jiménez sino el propio Rodríguez Zapatero, que avaló la alternativa de la ministra. ¿No es mucho riesgo por una cuestión de caras que a mi juicio no va a ser decisiva a la postra en la batalla de Madrid si sólo se queda en eso?
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