lunes, 14 de junio de 2010

"LE MONDE", "EL PAÍS" Y LAS VACAS FLACAS


Félix Población

Llama la atención lo que ha dado a conocer este pasado fin de semana el director del diario Le Monde, rotativo francés de referencia internacional: Sarkozy se ha puesto en contacto con él en evitación de que el periódico entre en período de suspensión de pagos y busque una ayuda financiera que pueda orientar la línea editorial del rotativo hacia la izquierda. Se trataría, según cabe interpretar la actitud del presidente de aquella república, de buscar socios capitalistas que aseguraran la línea de centro-izquierda que sigue Le Monde desde sus orígenes, equivalente a la que mantiene en España el diario El País, si bien esto es más que relativo para muchos de los lectores que ha ido perdiendo este periódico desde la salida del diario Público, que sí podría atenerse mejor a esa orientación.

Como el diario El País, que lanzó su primer número meses después de la muerte de Franco y fue un medio totalmente comprometido con la transición española, Le Monde nació al inicio de una etapa histórica muy significativa en la historia de su país, pues coincidió con la liberación de Francia del dominio nazi, en noviembre de 1944. Ambos periódicos se ganaron en sus primeras décadas el aprecio, respeto y consideración profesionales de los que todavía hoy gozan, respaldados por una notable circulación.

Con todo, y a pesar de haber sido Le Monde uno de los primeros diarios europeos en adaptarse al formato electrónico, parece que -como está ocurriendo con otros medios importantes muy consolidados- la crisis económica y la competencia digital se han dejado sentir en el periódico francés, si bien no sólo parecen ser éstas las únicas razones o la razones fundamentales para que se dé la difícil coyuntura por la que ahora atraviesa el diario.

Hace ya siete años que el prestigio del rotativo sufrió un severo varapalo con la publicación de varios libros. El primero fue La cara oculta de Le Monde (La face cachée du Monde), de Pierre Péan y Phillipe Cohen, donde a lo largo de sus 600 páginas los autores calificaban al periódico de contrapoder que abusa del poder, peligro para la democracia, república mafiosa, autocracia, etc. A esta obra la siguieron La pesadilla mediática, de Daniel Schneidermann, una de las firmas más respetadas de Le Monde y al que ese libro le costó ser despedido, y El poder de Le Monde: cuando un diario quiere cambiar Francia, de Bernard Poulet, que abundanban en esos mismos y otros trapos sucios escondidos bajo la prestigiosa cabecera.

El presidente de la Sociedad de Redactores de Le Monde ha sido tajante al ser informado de la presión del actual gobierno francés para que el periódico no se deslice hacia la izquierda mediante la oportuna búsqueda de capital fresco que lo impida. Se trata de una presión inadecuada e intolerable, según él, pero lo cierto es que el periódico necesita entre 100 y 120 millones de euros y si no los hay puede peligrar el porvenir del rotativo, a menos que los reciba de la otra parte de la que Sarkozy quiere preservar al diario.

Me pregunto en qué medida, dentro de la triple crisis económica, gerencial y estratégica que padece Le Monde desde hace varios años, habrán influido esos libros para que el periódico haya ido perdiendo lectores en los últimos años, tal como está ocurriendo con el diario El País en España últimamente, con la diferencia de que aquí -aunque siempe las hemos echado en falta- no se han dado nunca críticas tan cualificadas ni de tanta repercusión como las recibidas por el rotativo francés en los libros citados. ¿Alguna vez se decidirá un profesional de prestigio a escribir La cara oculta de El País?

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