sábado, 26 de junio de 2010

EL PADRE ALEGRÍA SOÑABA CON MARX Y JESÚS


Lazarillo

Hijo de un banquero y hermano de dos generales franquistas, se nos ha muerto José María Díez-Alegría (Gijón, 1911-Alcalá de Henares, 2010), jesuita sin papeles desde que El Vaticano lo expulsara de la Compañía de Jesús a raíz de la publicación de su libro Yo creo en la esperanza en 1972. Se vendieron 200.000 ejemplares de esa obra, saludada con sensacionalistas titulares por los más prestigiosos diarios internacionales como el best-seller de un jesuita español que aclama a Marx y ataca a Roma

De lo que fue Alegría, tal como se le conocía entre los suyos, queda como mejor semblanaza la biografía que escribió Pedro Miguel Lamet, publicada hace cinco años por la editorial Temas de Hoy y que tan bien lo ha definido con su título: Díez-Alegría. Un jesuita sin papeles. Sobre su larga y fructífera trayectoria vital da somera cuenta la tarjeta de visita que Alegría se hizo imprimir, una vez fue expulsado de su cargo como profesor en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma y se fue a vivir con los pobres a una barriada de Madrid en compañía del Padre Llanos: José María Díez-Alegría. Doctor en Filosofía. Doctor en Derecho. Licenciado en Teología. Ex profesor de Ciencias Sociales en la Universidad Gregoriana. Jubilado por méritos de guerra incruenta. Calle Martos, 15. Pozo del Tío Raimundo.

En cuanto a sus libros, quede como más atinado reflejo del aliento y los ideales que movieron al teólogo Alegría un capítulo de su obra Rebajas teológicas de otoño, en el que bajo el epígrafe Recuerdos a Marx de parte de Jesús el autor cuenta uno de sus sueños, en el que Cristo se le presentaba con estas palabras: Oye, y este Carlos Marx , del que tanto hablan escandalizados mis discípulos actuales, ¿qué me dices de él? Por mejor explicarle la identidad del aludido, Alegría recitó a Jesús textos de Marx, ante los cuales obtuvo del Maestro de Galilea la siguiente respuesta: Mira, si ves a Carlos Marx, dale recuerdos de mi parte y dile que no está lejos del Reino de Dios.

Lo llamaban Alegría y fue el primer teólogo de la liberación que contó en español su mensaje y lo puso en práctica con su ministerio ejemplar, en una humilde barriada de Madrid, como tantos otros compañeros suyos lo hicieron y lo hacen entre los más desheredados en América Latina. Por él y por ellos, que hacen y dan vida con su fe, debemos creer en la esperanza de su palabra y de sus sueños.

+@Creo en la esperanza. Dios no cree en El Vaticano. (La Vanguardia).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

HEMOS PERDIDO A UNA GRAN PERSONA, UNA PERSONA BUENA Y SABIA.
ESPAÑA ESTÁ CADA VEZ MÁS NECESITADA DE GENTE ASÍ, POR ESO ES BUENO QUE LOS RECORDEMOS.
GRACIAS.

Anónimo dijo...

Obsérvese con qué gran discreción se van los discretos y cuanto más lúcidas nos parecen sus palabras con el paso del tiempo.

Anónimo dijo...

Debemos creer en la esperanza porque vivir sin ella es estar muerto.

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