miércoles, 3 de febrero de 2010

DE LA GESTAPILLO DE AGUIRRE A LA HISTORIA DE PÍO MOA


Félix Población

Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid y próximo a los que la lideresa Aguirre califica de hijoputas en el entorno del alcalde Ruiz Gallardón, prestó ayer declaración como testigo ante el juez que investiga el supuesto espionaje a que fue sometido en 2008 por personal de la Comunidad de Madrid. Se montó una gestapillo, dijo Cobo a la salida del juzgado, sin importarle que unas anteriores declaraciones suyas en contra de Esperanza Aguirre le hayan valido una suspensión de militancia en el Partido Popular, algo que jamás le va a ocurrir a lideresa por rastreras que sean sus descalificaciones hacia quienes interfieren en sus ambiciones políticas dentro del PP. Resulta desolador que desde la izquierda no haya alternativa para sustituir en Madrid mediante el voto ciudadano a una presidenta y a un alcalde tan mutuamente enfangados en esas oscuras y contumaces luchas de poder.

Mientras eso no surja y los madrileños quieran, la lideresa Aguirre va a seguir haciendo honor a las declaraciones del señor Cobo al calificar de vomitivos ciertos procedimientos de doña Espe y de gestapillo los espionajes a que el vicealcalde fue sometido. Vayamos por ejemplo al detalle de un curso de historia, promovido por la Comunidad de Madrid y dirigido a profesores de Enseñanza Secundaria bajo el epígrafe Cuestiones sobre la España de 1931 a 1939, esto es, la España de la segunda república, nuestro primer periodo político plenamente democrático.

Digamos que uno de los ponentes de ese curso, cuya influencia esperemos no se deje notar en lo sucesivo en los jóvenes alumnos que escuchen las disertaciones de los profesores asistentes, se ha caracterizado por haber expuesto públicamente las siguientes opiniones: Comparar a Zapatero con Hitler, defender el fusilamiento legal de las Trece Rosas (jóvenes militantes comunistas, alguna menor de edad), asegurar que la República salvó el Museo del Prado para entregarlo a la URSS y proclamar que Franco, además de ser el político de mayor envergadura en la España de los dos últimos siglos, no aniquiló a los rojos, los escarmentó.

En efecto, se trata de Pío Moa, ex terrorista del GRAPO, cuyo protagonismo como seudo historiador revisionista de ese periodo histórico ha venido teniendo en los últimos años gran acogida editorial entre la carcundia más obstinada de la sociedad española. Le acompañarán en el curso, que se celebrará a lo largo de este mes en un instituto de Madrid, reconocidos colaboradores de la FAES, la fundación neoconservadora del Partido Popular, y del periódico electrónico Libertad Digital, afín a la lideresa y al sector más retrógrado de la derecha. Sólo Gabriel Tortella, catedrático de Historia Económica de la Universidad de Alcalá de Henares, se desmarca un poco de esa tendencia, quizá para compensar en una mínima parte la definida tendenciosidad sectaria del curso.

Habla Cobo de gestapillo y de procedimientos vomitivos en relación con su compañera de partido y sus ambiciones de poder. Si ciertamente resulta nauseabundo que la política sea esto en el interior de un partido que aspira a gobernar España y posiblemente lo consiga en los próximos comicios por deméritos del vigente gobierno, ¿qué calificativo puede merecer que desde un gobierno regional y democrático se promueva esa enseñanza de la historia de España para conocimiento de las jóvenes generaciones? ¿Se pretende acaso reivindicar en la Comunidad de Madrid el franquismo después de que España en su Parlamento y la Unión Europea en el suyo -con la excepción del Partido Popular y otras formaciones minoritarias de ultraderecha- lo condenaran?

En verdad, Cobo, las gestapillos son de vómito. No sólo porque haya quien las ponga en práctica, sino porque no faltan quienes históricamente las justifican y valoran como lecciones a impartir.

2 comentarios:

Folía dijo...

¿Qué aprenden los que enseñan?
¿Se explican las cosas como se creen o como interesa que se las crean otros?
¿Como se enseña en un instituto el espíritu crítico?
¿Se aprueba al que piensa como el profe, al que dice lo que el profe quiere (aunque no piense así), o al que discrepa y argumenta en contra de la lección?(¿Y el que discrepa y no ha aprendido a argumentar?)
Hay materias que tienen que ver con la información y otras con la formación de las personas; éstas son las delicadas.¿Quién examina al profe? (¿Se diría "apto", "aprobado", "progresa adecuadamente", "necesita mejorar?) ¡Qué peligro!

Anónimo dijo...

La enseñanza sectaria es un suicidio del porvenir.

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