viernes, 4 de septiembre de 2009

JÓVENES QUE NI ESTUDIAN NI TRABAJAN


Félix Población

Todos hemos tenido oportunidad de conocer algún caso en nuestro entorno social. Hasta ayer ignoraba la estadística, pero los datos prueban que se trata de un hecho cuyo notable grado de incidencia debería ser motivo de máxima preocupación. Afecta al menos al 14 por ciento de los jóvenes españoles entre 16 y 24 años. Se trata de un importante sector de personal, en la flor de la vida, que ni estudia para contribuir a su mayor formación, ni trabaja porque no se le presentan oportunidades de empleo. Esto es, que deja correr los días de su mayor pujanza vital como muy precoz y contraproducente clase pasiva.


El informe es obra de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y deja a nuestro país en el cuarto lugar por la cola, sólo por encima de Italia, Eslovaquia y el Reino Unido frente a tan desolador horizonte. Hay que tener en cuenta además que como el estudio se verificó hace tres años, en una etapa aparentemente boyante, esos datos es muy posible que se hayan incrementado con la actual y prolongada crisis económica, máxime si se repara que en España se da el máximo porcentaje de desempleo juvenil (25%) entre los países del informe, a lo que hay unir, en estrecha relación con la estadística en cuestión, un porcentaje de abondono escolar que duplica (30%) el que se da en Unión Europea.


Por eso, si ya en el Reino Unido se han tomado medidas muy concretas destinadas a paliar la ociosidad de un mocerío que no cuenta con expectativas de futuro vitales ni profesionales que den razón y sentido social a su existencia, con mucha más urgencia y diligencia debería el Gobierno de nuestro país y el partido opositor llamado a serlo tratar de solventar tan acuciante problema como el que atañe a 14 de cada cien jóvenes españoles.


Sería muy provechoso en ese sentido que el pacto ofrecido por Rodríguez Zapatero a Mariano Rajoy la semana pasada en materia de educación, a fin de reformar la Formación Profesional, permitiese el reenganche de aquellos jóvenes que abandonaron sus estudios para reintegrarlos en una actividad formativa que les dé a la postre un oficio y la posibilidad de ejercerlo. Hay otras medidas que ya se han puesto en práctica y han permitido un esperenzador y mínimo incremento, el pasado curso, de estudiantes de bachillerato y Formación Profesional (3%) después de tres lustros de bajada permanente.


Lo que más nos debería llamar la atención de la estadística dada a conocer por la OCDE es la actitud de los padres del personal afectado en España, muy distinta a la que se da en Estados Unidos, por ejemplo, donde la ociosidad de los jóvenes es contemplada como un fracaso familiar. Dice el profesor García Montalvo, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, que aquí no se da esa presión y que se justifica la inactividad en la falta de decisión de sus hijos. Puede que esa falta de presión haya colaborado para que en España se dé una situación como la expuesta. Al margen de la solvencia de nuestros políticos para aplicar medidas correctoras, jóvenes desmotivados y progenitores conformados no son el mejor estímulo para que decrezca la magnitud del problema.


RedDIARIO

Respecto a la revisión de la Ley del Menor no cabe sino prudencia y debate. Pero la propuesta del PP es, cuando menos, contradictoria. Por un lado, pedir que se rebaje la edad penal a 12 años supone que consideremos a un niño de esa edad como a un adulto y, por otro, exigir que un menor de 18 necesite autorización para entrar en redes sociales sería tratarle como un niño. Según el Código Civil, un chaval de 16 puede alquilar un piso y hasta administrar sus bienes. ¿En qué quedamos? (Casandra, Público).

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