lunes, 13 de julio de 2009

LANCES DE JUAN CARLOS I EL CAZADOR


Félix Población

No deberían perdérselo porque reportajes como el que firma hoy Manuel Ansede no se estilan, sobre todo por ser el protagonista quien es, don Juan Carlos I, rey de España, la figura contemporánea a la que los medios de comunicación más han preservado de cualquier información contaminante que pudiese afectar a su carisma como Jefe del Estado. Sólo su predecesor sería comparable en esta valoración, si bien merced a la dictadura que a tal fin y a todos sus fines impuso con la barbarie de su alzamiento.

Hay varios detalles significativos en el reportaje de casi dos páginas que aparece en el día de la fecha en el diario Público. El primero hace referencia a la real pareja, don Juan Carlos y doña Sofía. Apunta Ansede que la reina se mostró muy preocupada por la depresión que Susi, una hembra de elefante, sufrió tras la muerte de su compañera de cautiverio en el Zoo de Barcelona. La intercesión de la soberana sirvió para que el animal lograse un ámbito de residencia de 2.000 metros cuadrados, el doble del que disponía antes. No anota el reportero con qué resultado.

El monarca, por su parte, regaló al mismo centro en 1967 una elefanta de unos tres años, capturada en Mozambique, que no acabó por adaptarse al recinto, pues desde el primer día se mostró muy agresiva y murió antes de lo previsto, en 1974. Fue en Angola donde se inició la carrera cinegética de don Juan Carlos, cuando el entonces príncipe de Asturias frecuentaba la compañía de ciertos nobles europeos y era asesorado por los más diestros
cazadores que discurrían por allí gatillo andante, con la fauna a su entera disposición.

Por esas fechas ya estaba el monarca felizmente casado con doña Sofía, cuyas aficiones nada tienen que ver con las de su esposo, antes bien al contrario, pues -aparte de ser una reconocida vegetariana- en el álbum de imágenes que ilustran la biografía de la reina son más que características las que nos la muestran muy afable con las bestias, ya sean asnos, simios o tortugas marinas.

Cuenta Asede en su reportaje, aparte de referirse a las últimas hazañas cinegéticas del monarca en los bosques de Rumanía y Polonia -donde según The Guardian mató a un bisonte europeo (especie en peligro de extinción) previo pago de 7.000 euros-, que la población de mamíferos en Mozambique descendió en un 95 por ciento por aquellos años. Una insólita imagen del joven príncipe, recostado sobre un peñasco y con una barba de días, nos lo muestra abrazado a una de sus presas africanas, sin que hasta ahora tengamos constancia de una fotografía más ilustrativa de Juan Carlos I el Cazador.

La reina Sofía protege a lo animales y su esposo tiene bien ganada fama en abatirlos, aunque en la Casa Real aseguren desconocer esa faceta del monarca. Puede sorprender un matrimonio tan disímil como perdurable, pero la ignorancia de la evidencia por parte de la CR suena tanto a choteo que indigna.

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