domingo, 7 de junio de 2009

"A JUAN PABLO I LE COSTÓ LA VIDA QUERER ECHAR A LOS MERCADERES DEL TEMPLO" (*)


Félix Población

El sacerdote y teólogo progresista Jesús López Sáez, fundador de la Comunidad de Ayala, ha vuelto a insistir con un nuevo y reciente libro acerca de la personalidad y extraña muerte del Papa Juan Pablo I, delicada materia sobre la que ya había publicado antes un par de obras. A las precedentes, Se pedirá cuenta I (1990) y El día de la cuenta (2005), López Sáez suma ahora Juan Pablo I. Caso abierto (editorial Sepha), en el que abunda en la tesis de que el pontífice pudo ser asesinado. La ingesta de una dosis fortísima de un vasodilatador en la madrugada del 29 de septiembre de 1978 habría sido la causa de la muerte, según la autopsia secreta, y no un infarto agudo de miocardio, tal como se sostuvo oficialmente. Albino Luciani, además de disfrutar de muy buena salud, carecía de antecedentes patológicos coronarios. Cuando fue hallado cadáver, la mañana del día de la fecha, su aspecto no respondía para nada al cuadro propio de un ataque cardíaco. Luciani estaba sentado en el lecho, con las gafas puestas y unas hojas de papel en las manos. Tenía la cabeza ladeada hacia la derecha y un atisbo de sonrisa en los labios. Si López Sáez reincide en el tema es porque dice estar comprometido con la causa de Juan Pablo I: "Se ha deformado su figura y se ha ocultado la causa de su muerte”. En este sentido, uno de los objetivos del autor en esta última obra ha sido rebatir la imagen que se quiso dar del pontífice como hombre enfermo, no capacitado para ser Papa:

-Por este motivo hago un estudio de la figura de Albino Luciani -dice Jesús López Sáez- desde sus raíces familiares hasta su mes de pontificado. Reviso la causa de su muerte, así como las decisiones importantes y arriesgadas que había tomado. Por ejemplo, cortar los negocios vaticanos, destituir al presidente del IOR (Instituto para Obras de Religión, el Banco Vaticano), hacer frente a la masonería (logia P2) y a la mafia. Finalmente, abordo la repercusión eclesial de la extraña desaparición del Papa Luciani. Con Juan Pablo I se enterró el concilio Vaticano II. La ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador aparece en el testimonio de Giovanni Gennari, que fue profesor del Seminario Diocesano de Roma, y asegura que eso es lo que figura en la autopsia. Tiene relevancia judicial el testimonio de Germano Pattaro, consejero teólogico de Luciani, sobre los papeles que leía el Papa en el momento de su muerte, referidos a los cambios que pensaba realizar. Lo tiene la “devolución voluntaria” por parte del Vaticano de 250 millones de dólares a los acreedores del Banco Ambrosiano, lo que implica responsabilidad en la quiebra del mismo. Lo tiene el informe secreto que Camilo Bassotto, periodista veneciano y amigo de Juan Pablo I, recibe de la llamada "persona de Roma" (el cardenal argentino Eduardo Pironio) y que recoge las decisiones que Juan Pablo I había tomado. Juan Pablo I decidió echar a los mercaderes del templo y le costó la vida, lo mismo que a Cristo.

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

-¿Por qué las máximas sospechas se centrarían en la Logia P2, con la colaboración según usted de El Vaticano? ¿Se refiere con esta última a la Gran Logia Vaticana, dada a conocer por el periodista asesinado Mino Pecorelli?
-La logia Propaganda Dos estaba infiltrada en el Vaticano. Hace treinta años no se conocía su nombre, pero el 17 de marzo de 1981 la policía hizo un registro en la casa y en la oficina de Licio Gelli, Gran Maestro de la logia. Así se descubrieron las listas de la P2, con los nombres de 962: políticos, militares, servicios de inteligencia, negocios y finanzas, medios de comunicación, incluido el de Silvio Berlusconi. Gelli era bien recibido en el Vaticano, fue nombrado Comendador de la Orden del Santo Sepulcro. Umberto Ortolani, el número dos de la logia, era Gentilhombre de su Santidad. Cuando Juan Pablo I pensaba hacer frente a la masonería, cubierta o descubierta, estaba poniendo el dedo en la llaga. La P2, según se supo después, era una logia cubierta, es decir, sus militantes eran ocultos y solamente se declaraban al oído del Gran Maestro. Los negocios vaticanos se hacían en relación con el Banco Ambrosiano. En el juicio por la quiebra del Ambrosiano (1992) las principales condenas cayeron sobre los jefes de la P2: 18 años y medio de cárcel para Gelli y 19 para Ortolani. El presidente del Ambrosiano, Roberto Calvi, que apareció colgado de un puente de Londres en junio de 1982, era miembro de la P2. Por su parte, el periodista Mino Pecorelli, miembro arrepentido de la logia, publicó una lista de 121 presuntos masones en el número La Gran Logia Vaticana de su revista "Osservatore politico"(12-9-1978). En el mismo número publicó un artículo que llevaba por título Petrus Secundus, en el que anunciaba crípticamente el asesinato del nuevo papa tras un breve y tempestuoso pontificado. Fuera por lo que fuera, Pecorelli murió asesinado unos meses después.

JUAN PABLO I SUPO QUIÉN IBA A SER SU SUCESOR

- Se habló de que la muerte de Juan Pablo I pudo ser un golpe de estado promovido por los sectores ultraconservadores de la Iglesia que se oponían al aggiornamento de la institución iniciado en los años sesenta. ¿Sería el posterior atentado contra Juan Pablo II, como llegó a decirse, una especie de contragolpe del KGB a través de los servicios secretos búlgaros?
- Una cosa es lo que pasó y otra, más difícil de establecer, quién lo hizo. Ahora bien, con la perspectiva actual, se comprende perfectamente que el escándalo IOR-Ambrosiano gravitara sobre el cónclave que eligió a Juan Pablo I y, mucho más, sobre el cónclave que eligió a Juan Pablo II. Se comprende que el Papa Luciani pasara un mes de infierno en el Vaticano. Se comprende que estuviera a punto de realizar cambios importantes que el cardenal Villot, secretario de Estado, consideró una traición a la herencia de Pablo VI. Se comprende que triunfara finalmente el candidato de Villot, el Papa Wojtyla. Se comprende incluso que Juan Pablo I supiera, a los pocos días de pontificado, quién iba a ser (y, además, pronto) su sucesor. Uno de los grandes electores del Papa Wojtyla fue el cardenal Koenig, arzobispo de Viena. Por cierto, en la plaza romana del Gesú existía una logia cubierta llamada Justicia y Libertad, cuyos afiliados eran muy importantes. Entre los prelados estaba el cardenal Koenig, que difundió el bulo de la pista búlgara. Licio Gelli consiguió enrolar en la P2 a casi todos los miembros de Justicia y Libertad. La pista búlgara fue utilizada por la logia P2 para desviar la atención del atentado contra Juan Pablo II. Miembros de los servicios secretos italianos vinculados a la P2 desviaron interesadamente la investigación echando la culpa a los búlgaros y a los rusos. El Vaticano encubrió como secreto de Estado, junto a otros Estados, el tráfico internacional de armas y drogas cuyos principales imputados, según el juez Carlo Palermo, están implicados en los asuntos Calvi-Ambrosiano y en el atentado contra el Papa Wojtyla. El juez Palermo quiso seguir su investigación en Sicilia y, en febrero de 1985, se trasladó a Trápani, donde ocupó el despacho del juez Giacomo C. Montalto, que había sido asesinado el 25 de enero de 1983. Carlo Palermo estuvo solamente un mes. El 2 de abril de 1985 sufrió un atentado, del que afortunadamente salió vivo.

LUCIANI APOYÓ LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

- Da usted por supuesto en el libro que con Juan Pablo I se enterró el Vaticano II y que Luciani fue un mártir de la purificación y renovación de la Iglesia. ¿Qué habría sido de la institución católica de haber prosperado normalmente su pontificado? ¿Cuál fue la actitud del Papa Luciani ante la Teología de la Liberación? ¿Y ante los últimos fusilamientos de Franco en 1975, cuando su predecesor Pablo VI solicitó clemencia al dictador?
- De la figura de Juan Pablo I se puede deducir el rumbo que la Iglesia hubiera seguido. Siguiendo el Concilio Vaticano II, Juan Pablo I asume la orientación de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Medellín). En la época transcurrida entre las conferencias de Medellín y Puebla (1968-1979), decenas de miles de personas fueron asesinadas por las juntas militares de América Latina, entre ellas más de 962 sacerdotes y monjas. Dijo Juan Pablo I a don Germano, su consejero teológico: “En contacto con las gentes africanas y americanas he visto y aprendido que la teología no puede pararse a explorar los mundos misteriosos y prodigiosos del ser de Dios, sino que tiene que acercarse, según el mandato evangélico, a los hombres y mujeres de cualquier pueblo, lengua y raza”. “Hoy en Latinoamérica, en Africa y en otros lugares junto con los hombres y las mujeres del pueblo son perseguidos también los sacerdotes, los misioneros y los obispos”. En el cónclave del que salió elegido Papa, Luciani dio su voto al cardenal brasileño Aloisio Lorscheider, defensor de la Teología de la Liberación. En otoño de 1975 la ejecución de cinco españoles, condenados a muerte en juicio sumarísimo por la dictadura franquista, produjo un gran revuelo nacional e internacional. La intervención de Pablo VI para evitar esas ejecuciones se hizo pública el mismo día en que tuvieron lugar, el 27 de septiembre. El Papa manifestó su dolor porque no habían accedido a su petición, hecha en nombre de Dios. Preguntado al respecto, el cardenal Luciani dijo en el "Gazzettino" de Venecia: “El Papa ha hecho bien en pedir magnanimidad y clemencia, y en condenar la represión tan dura que ignora las llamadas llegadas de todas partes contra la ejecución capital”. Luciani dijo también que, “dado el ambiente español y teniendo presente la historia pasada de España", podía ser "gasolina echada sobre el fuego” (6-10-1975).
- A la vista del efímero y malogrado pontificado de Juan Pablo I -33 días precisamente, como los 33 años de Cristo-, ¿cabe imaginar la elección en el porvenir de un Papa de sus mismas características?
-Dada la involución actual, humanamente no es imaginable. No parece importar aquella inspiración conciliar que requiere una vuelta a las fuentes y un diálogo con el mundo de hoy. El recurso al pasado preconciliar no es una solución de acuerdo con el Concilio. Al contrario, según los casos, es una desviación, una incapacidad, una piedra de tropiezo en el camino de la necesaria renovación. El Concilio no puede ser un talento enterrado por miedo conservador. Se quiera o no se quiera ver, la vieja cristiandad (con sus ruinas seculares) se desmorona. Además, no aguanta la sacudida del terremoto, los cambios profundos y acelerados del mundo contemporáneo.

(*) Un resumen abreviado de esta entrevista se publica hoy como reportaje en el diario Público, "Más hipótesis sobre la muerte de Juan Pablo I".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha extrañado que Público no diera más imprtancia a esta entrevista y que redujera tanto el contenido de la misma.

Anónimo dijo...

Buscad en Google y veréis la poca información que hay sobre este asunto. A que mosquea?

Anónimo dijo...

La Iglesia Catolica Vaticana es la responsable de que miles y miles de creyentes estemos apartados de ella. No cumple el Evangelio.

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