jueves, 23 de abril de 2009

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y LOS JERARCAS DE LA IGLESIA


Melibea

Ayer leí en el diario El País una sucinta carta al director del periódico en la que don Fernando Bermúdez López, misionero durante 30 años en América Central, rebatía a un alto jerarca de la iglesia católica en relación con unas manifestaciones de éste desacreditando la teología de la liberación. Obviamente, estoy totalmente de acuerdo con lo suscrito por el remitente, que de modo tan elocuente como preciso da fundada razón de lo que constituye una evangélica experiencia en el ejercicio de su ministerio a lo largo de tres decenios.

Lo que no entiendo es que apele al respeto para no mencionar la identidad del jerarca en cuestión, pues si la opinión del mismo se hizo pública, público debería ser el reconocimiento de quien la sustenta, sobre todo cuando -como es el caso- es rebatida con tan sólido argumento como el expuesto por Bermúdez López. Tan necesario es resaltar el seguimiento fidedigno y cabalmaente cristiano que representa la teología de la liberación allí donde socorre al prójimo más desfavorecido, como dejar constancia identificativa de quienes, desde la alta jerarquía eclesiástica, desacreditan -en palabras del aludido comunicante- el hambre de Dios, de justicia y de pan que tienen los pobres del Tercer Mundo, fundamento de esa teología.

Es una pena que a carta tan llena de sentido cristiano le falte, por respeto -puede también que por jerárquico temor-, la explícita mención de quien merecería ser citado con cargo, nombre y apellidos por desacreditar ese sentido, pues condena el Evangelio, según se expone en la misiva:

"Acabo de leer unas declaraciones de un alto jerarca de la Iglesia católica, que por respeto no menciono, desacreditando la teología de la liberación. He sido misionero durante 30 años en América Central. He palpado de cerca el dolor, el hambre y la muerte prematura de tanta gente como consecuencia de la injusticia del sistema dominante. No he necesitado leer a Karl Marx para descubrir la opción por los pobres y por la vida del pueblo. Jesucristo me lo ha enseñado con su mensaje y su práctica. La teología de la liberación no es una ideología, es una vivencia profunda de la fe cristiana. Porque arranca del hambre de Dios y del hambre de justicia y de pan que tienen los pobres del Tercer Mundo. Por tanto, condenar la teología de la liberación es condenar el Evangelio".

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