sábado, 18 de abril de 2009

ANCIANOS, HOSPITALES Y NEGLIGENCIAS MÉDICAS


Lazarillo

Durante las pasadas dos semanas, este Lazarillo ha dejado de asistir a las incidencias de la actualidad para centrar sus observaciones y reflexiones en lo que unas largas jornadas de hospital deparan a quienes no pueden desentenderse, por sensibilidad y solidaridad, de las afecciones y pesadumbres de sus conciudadanos. Debo decir, ante todo, que la fortaleza de la anciana madre parece haber resistido con éxito, una vez operada de la cadera, las negligencias médicas apuntadas en el anterior post y los riesgos que a su nonagenaria edad comporta siempre todo trance quirúrgico.

La satisfacción por los que parecen ser unos resultados finales halagüeños no me sustrae, sin embargo, de una creencia que al día de hoy ha aflorado como una sombra de duda en mi perspectiva de la sanidad pública. Habida cuenta lo ocurrido con la madre de este Lazarillo, temo que su caso no sea único y puedan darse con los ancianos que acceden a nuestros hospitales otras negligencias susceptibles de derivar en fatales desenlaces. En este aspecto sería motivo de suma indignación lo que me participaba mi estimado Gatopardo hace unas fechas, cuando me informaba de la página El Defensor del Paciente(http://www.negligenciasmedicas.com/index.html), donde se da cumplida información sobre casos casos y sentencias por negligencia médica:

Lo que no se encontrará es la cantidad de mayores de 70 años a la que se les presta una atención mínima y negligente, y cuya muerte se achaca a su edad y enfermedad. Se sabe que en EE UU, en pacientes de todas las edades, la tercera causa de muerte es por causas yatrogénicas, por mala praxis médica o medicamentosa, y hablamos de EE UU, un país donde los abogados visitan las salas de espera de la UVI y de Anatomía Patológica proponiéndoles a los familiares iniciar una demanda de la que irán al 50% sólo en caso de ganar, y no les costará un dolar en caso de que no prospere la demanda.

Imagínate aquí....En España, el muro de impunidad se establece desde atención al paciente, la dirección del centro médico y el Colegio de Médicos, que ejercen una defensa corporativa del médico, y no del paciente. Y los casos de negligencia médica se enmascaran y se tapan, y en el caso de los ancianos, basta con estar unas horas en urgencias de cualquier hospital para ver que la atención médica no difiere con la que disfrutan en Zambia, y no hay rigor ni garantías en el diagnóstico.

Una de las cosas que deberíamos conseguir, si presionáramos con una buena campaña en internet, es que se haga una inspección para valorar las complicaciones que sufren los ancianos por la cadena de negligencias y desatención que se ha instituido y consolidado como normal. No hace falta que te ponga como ejemplo que en un hospital, un buen puñado de médicos y enfermeras, de tres turnos diarios, no consideraron ni tomaron en cuenta los dolores de la fractura de cadera de tu madre, y por lo tanto no pudieron hacer un diagnóstico exacto, y se limitarían a proporcionar los analgésicos que se le daría a un joven para una lesión leve. Se supone que los viejos se quejan de vicio, y tratan de llamar la atención todo el tiempo. Espero que tu madre sean de las que se quejan y protestan y que no se aguantan, porque las que no, se quedan a su merced, sin defensa, y llevan las de perder.

PS.-
Es de hacer constar, una vez consignadas las negligencias a las que se aludió con relación a la anciana paciente, que el trato dispensado a la misma desde su ingreso en el Hospital Universitario La Paz de Madrid el pasado lunes está siendo el correcto, sin tener hasta el momento motivo alguno de queja.

3 comentarios:

Gatopardo dijo...

Me alegra saber que la Madre Acero ha logrado traspasar todas las barreras previas de desidia, que habrían hecho encallar a otros. Y espero que se recupere y pueda cuidar de que su hijo atienda a sus devotos en esta bitácora.
Un abrazo fraternal

Lazarillo dijo...

Así espero, apreciado Gatopardo. Muchas gracias por tu asesoramiento y apoyo.

Ledes dijo...

Que todo salga bien, Lazarillo.

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