martes, 10 de marzo de 2009

LA TERAPIA DEL CAMBIO EN EUSKADI


Félix Población

Que el terrorismo es un fenómeno complejo y de muy difícil solución lo vuelven a saber ahora en el Reino Unido ante el violento renacimiento del llamado Ira-Auténtico, once años después de los llamados Acuerdos de Viernes Santo que hicieron posible el proceso de paz en Irlanda del Norte. Por eso tanto el gobierno británico como la oposición no se servirán de tan preocupante rebrote de la violencia para hacer política partidista. Se atendrán a combatirla, en evitación de que pueda afectar al citado proceso, que es lo substancial.

Aquí en España, el PNV sigue sin saber digerir la legítima y democrática posibilidad de que sus treinta años de gobernación en Ajuria Enea toquen a su fin, gracias al previsible pacto entre el Partido Socialista de Euskadi y el Partido Popular para que Patxi López sea investido como lehendakari. Repárese que tal alternativa se da al cabo de un periodo de tiempo al que sólo le faltan seis años para completar la dilatadísima dictadura del general Franco.

Quizá por eso sea compresible que tan prolongada permanencia en el poder haga más difícil e incómoda la idea de perderlo, pero los dirigentes del Partido Nacionalista Vasco deberían considerar que el suyo es un nacionalismo democrático, frente al nacionalismo franquista, y que como tal se ha de comportar ante los acuerdos que se derivan de los resultados en las urnas. Por eso hablar de un golpe institucional o esgrimir argumentos de semejante laya ante la nueva alternativa que representará el gobierno del señor López, no cuadra en una formación que se precie de ser nacionalista y democrática. Antes bien parece una estimación propia de un partido único con vocación de religión o régimen, según la advertencia formulada por el próximo lehendakari.

Al margen de lo que nos guste o disguste el obligado pacto con el PP para que sea posible una nueva e inédita gobernación desde Ajuria Enea, es de tener en cuenta que los votos de los muchos vascos que la van a posibilitar se identifican con el contenido de esta carta que hoy publica el diario El País, suscrita por Almudena Blanco Martín, víctima de ETA: Un terrible día, cuando sólo contaba 15 años, fui testigo de cómo ETA quitaba la vida a mi padre, Pedro Blanco García, un teniente coronel del Ejército. A partir de ese momento mi vida cambió de raíz. Empecé a entender lo que significaba la ausencia de libertad, el miedo, la rabia contenida por las injusticias que sufrían los vascos no nacionalistas en su propia tierra. Comprendí que había un rincón en mi país donde no se podía hablar de política en la calle; donde tus vecinos te retiraban el saludo si te consideraban un "español" -como si eso fuera un insulto-; donde por no pensar como aquellos que se consideraban vascos auténticos te pegaban un tiro; donde el miedo era algo cotidiano. Se ha abierto un nuevo horizonte de esperanza. Con el PSOE a la cabeza se puede obrar el cambio. En el País Vasco, los demócratas tienen que estar en el mismo barco. En el de la esperanza, de la justicia y de la libertad. Tenemos que decir adiós al miedo y a la opresión. Desde aquí quiero animar al PSOE de Euskadi, al PP de Basagoiti y a UPyD para que, juntos, devuelvan la normalidad a una sociedad que se lo merece.

Por higiene, respeto y talante democráticos, máxime cuando sobre la sociedad vasca se sigue cerniendo la amenaza del terrorismo etarra y sigue pendiente su erradicación, la dirección del PNV debería haber mostrado una reacción más atinada a la hora de encajar la posibilidad de perder el poder. Es lo normal cuando los votos mandan. Ojalá sea también lo más idóneo para hacer posible una más normal convivencia en Euskadi a modo de terapia contra el miedo a la libertad. Esto también lo debe tener en cuenta el PNV cuando ejerza de oposición.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Treinta años son muchos años, en efecto, pero si ha sido así es por deseo de la ciudadanía, no como consecuencia de una imposición. Esa es la diferencia con los 36 de Franco. La reacción al perder el poder ha sido más nacionalista que democrática.

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