miércoles, 18 de marzo de 2009

EL ABORTO Y LOS OBISPOS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN


Lazarillo

Permítaseme hoy que me sirva de opiniones ajenas para resumir la propia, tomadas en este caso de quienes desde las páginas de opinión de los periódicos deciden espontáneamente, acaso porque no caben en sí de enojo, exponer su criterio ante la campaña mediática promovida por los respetables monseñores a cuenta de la reforma de la ley de interrupción del embarazo. Dicha campaña, como todo el mundo sabe, ofrece las imágenes de un bebé crecidito y un cachorro de lince, comparando con alevosa falsía de intención y razón la protección que se le dispensa al segundo, como especie en peligro de extinción, en comparación con el primero, al que tal parece que la nueva ley condenará a extinguirse.

María Faes, desde el diario Público, decía ayer: "Algunos hemos vivido una época en la que se decía abiertamente que la sífilis era un castigo de Dios, por lo que curar a los enfermos era casi ir contra Dios, fomentar la promiscuidad y el pecado. Y todavía se emplea ese argumento contra el preservativo, que previene enfermedades como el sida y también el embarazo. Como ya casi nadie les hace caso, intentan, como última frontera, que las mujeres que tengan relaciones sexuales que ellos consideren “pecaminosas”, es decir, sin la única intención de procrear, tengan como castigo ser madres a la fuerza. Es vergonzoso que todavía haya tantos integristas que crean que la maternidad pueda ser el justo castigo a la sexualidad. Lo que ya resulta intolerable y nos obliga a movilizarnos en defensa propia es que se empeñen en prohibirnos a la fuerza, con leyes y policías -no con razonamientos, por lo que así reconocen que no pueden convencernos- a pasar por el aro de su antinatural y nefasta ideología, que tanto daño hará también a los hijos".

Francisco Javier Gutiérrez Herrador considera en el diario El País que el aborto como fenómeno social y metajurídico se da desde los tiempos prehistóricos. Practicas abortivas hubo en todos los tiempos y civilizaciones, señala, y la filosofía católica no siempre las estimó delictivas: "Cuando lo hizo o e impuso sancionar esa práctica fue porque consideró que, a través de la misma, se pretendía ocultar uno de los pecados capitales: la lujuria. No precisamente porque se pretendiera defender una vida. Consecuencia, lo anterior, de una visión exclusivamente reproductora del sexo. De ahí también la oposición de la Iglesia a los métodos anticonceptivos. También cabe precisar que la Iglesia, a través de sus teólogos, estableció una diferencia entre fetos machos y hembras, afirmando que los primeros recibían el alma a los 40 días de la gestación, mientras los segundos a los 80 días. Esta distinción no fue abolida hasta 1869 por Pío IX, coincidiendo con la revolución industrial que, curiosamente, generó una fuerte demanda de mano de obra barata. No obstante, al margen de la historia, de idas y venidas, de lo que se trata con la nueva ley de plazos es, sencillamente, de que la maternidad sea un asunto íntimo y personal de cada mujer, que opte por ser o no ser madre y por cómo serlo. Se trata de no someterla constantemente a juicios y valoraciones públicas, con un alto sesgo confesional en las mismas".

Vicente Monje hace constar hoy, también en el diario Público, que conviene reparar de dónde saca la católica iglesia los medios para sufragar tan masiva campaña publicitaria en medio de la crisis económica que afecta a la mayoría de la población. Por eso se acuerda del 0,52 del IRPF que pasó al 0,7, por obra de la crucecita y gracias a la medrosa generosidad de ZP.

Verónica Castro se refiere en ese mismo periódico a la alarma del portavoz de la obispalía ante el peligro de extinción de una especie desprotegida, "si bien no se trata aquí del lince ibérico, ni siquiera de un niño español -dice- sino de su propia subespecie, la de obispos sin alma capaces de excomulgar a quienes han salvado a una niña de 9 años violada que podría haber muerto por estar embarazada de mellizos, como ha ocurrido en Brasil. La ciencia, los derechos humanos reales y la libertad de prensa están poniendo cada día más en evidencia los gravísimos daños causados por esa subespecie invasora que quiere imponer sus antinaturales decretos a todos, por la fuerza de las leyes del Estado; decretos que no están, ni de lejos, basados en sus mismos libros sagrados. En realidad, estos obispos nunca se han mojado de verdad, ni han salido a la calle para pedir ayuda para los niños necesitados. Sólo les interesa crear absurdas leyes y pecados cuya posterior absolución les dé aún más poder entre sus creyentes. De ahí que los ciudadanos se desvinculen cada vez más de esa subespecie antinatural, cuya creciente decadencia y previsible extinción constituirá un notable triunfo de la vida en favor de las especies normales y equilibradas, tanto humanas como animales.

Para ratificar lo que Verónica Castro indica son muy significativos los últimos datos referentes al alarmante descenso de vocaciones en los seminarios (más de 30 por ciento en los últimos veinte años), así como al decreciente número de alumnos que en nuestros centros públicos asisten a las clases de religión católica: si en 2003 elegía esa materia el 80 por ciento, en el presente curso sólo lo hizo el 73,6.

(La fotografía corresponde a un bebé afectado de sida: Una sola palabra bastará para sanarle, Santidad).

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Comprendo la postura contraria de la iglesia ante el proyecto de la "interrupción intencionada del embarazo"...

http://www.nicolasespositochedel.com

Anónimo dijo...

Lo de la iglesia en España y en el mundo es un suicidio asistido.

Anónimo dijo...

Lo de la iglesia en España y en el mundo es un suicidio asistido.

Anónimo dijo...

¡¡¡No a la violencia de género;
También NO a la VIOLENCIA DE EDAD!!!
MATAR NO ES UN DERECHO:
Lo que es descabellado es que una IDEOLOGÍA NECRÓFILA esté ocupando el Parlamento y Gobierno (y parace que también el Judicial), y nos esté llevando decidida y abiertamente a apostar por la MUERTE y el asesinato de los humanos más indefensos de todos, los que están en las barriguitas de sus madres.
Es deprimente saber que tengo compatriotas tan cobardes como para justificar la alevosía que conlleva el ASESINATO de menores.
Igual que la ley de la gravedad no se puede cambiar por mayorías parlamentarias, donde hay un ser humano es imposible negar su existencia por igual mayoría parlamentaria. Cuando los parlamentarios que defienden este GENOCIDIO SILENCIOSO estén cerca de la muerte, habrán de saber que sobre sus espaldas pesan miles de VIDAS SESGADAS por la avaricia y codicia socialista. Millones de mujeres que han matado, se han arrepentido amarga y desconsoladamente cuando más tarde han sido conscientes del CRÍMEN al que el MOVIMIENTO NECRÓFILO le ha achuchado a cometer.
El ABORTO es la
DESPENALIZACIÓN,
LEGALIZACIÓN,
AMPARO JURÍDICO
DEL ASESINATO POR CUESTIÓN DE LA EDAD DE LA VÍCTIMA.
El PARTIDO NECRÓFILO en el Gobierno nos quiere vender la moto de que MATAR es un derecho. Un derecho de la mujer. MATAR no es un derecho, sea cual sea la edad de la VÍCTIMA.
Es lamentable que sea considerado una “conquista social” el hecho de despenalizar el ASESINATO por cuestión de la edad de la víctima. ¿La próxima “conquista social” cual será, despenalizar el asesinato de los mayores de 60 porque no son 100% productivos?.
Esto es PROGRESAR, con todas sus letras.
Esto es lo que nos prometían con su IMPLEMENTACIÓN DEL SOCIALISMO.
Este es el preámbulo de la decadencia y de la Camboya socialista:
MATAR, MATAR, MATAR, MATAR, MATAR (y la tentativa de ASESINATO SILENCIOSO MASIVO es tan burda que ni la contínua PERVERSIÓN DEL LENGUAJE de la que la RELIGIÓN NECRÓFILA hace gala puede esconder esta vez sus crueles e intrínsecas intenciones).
Y es que es necesario alzar la voz por aquellos que por circunstancias de la vida, aún no pueden dejarse oir, y que tal vez nunca les dejen ver la luz del sol, pese a que ya han nacido a la vida.

Incluso a la PROFETA DE LA MUERTE (y vergüenza de su madre), la señora ministra Bibiana Aído, le deseo lo mejor, y me partiría la cara porque a ella nunca la hubiesen podido MATAR mientras estaba estaba ya viva en la barriguita de su madre. Igual que ella, todos los que vienen por detrás también tienen el DERECHO A VIVIR!!!!
No hace falta ser católico para respetar la ciencia y defender la vida. Basta con conocer el dato de que el concebido ya está vivo. No dejes que te confundan con artimañas como que esa criatura es inviable: si a ti o a mi nos sacan de nuestro espacio natural, y nos sumergen en el agua o bajo tierra, también nos convertimos en inviables para la vida.
Síntoma de la confusión a la que nos inducen es que con nuestro propio dinero robado en forma de impuestos, nos lo devuelvan en forma de migajas y condicionado a RENOVAR EL COCHE, O EL FRIGORÍFICO, y cosas así, y en cambio la única "ayuda" que se les da a las madres es MATAR a las criaturas que llevan dentro, convertir su seno en CAMPOS DE CONCENTRACIÓN LEGALIZADOS. Un poquito de por favor...
El caso es MATAR, a cualquier precio, INSULTANDO, DENIGRANDO, y ATACANDO al que defiende la vida. Seguir con la MUERTE hacia adelante, con CONTUMACIA, a cualquier precio.
Una vez más, se pone en evidencia la máxima antihumanista:
¡¡¡SOCIALISMO O MUERTE, VALGA LA REDUNDANCIA!!!

Anónimo dijo...

La santa iglesia debería empezar por estar en contra de la pena de muerte.

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