jueves, 19 de febrero de 2009

BELLOCH, ESCRIVÁ Y EL MENOSPRECIO DE LA MEMORIA HISTÓRICA


Félix Población

El alcalde de Zaragoza está empeñado en sustituir el nombre de una de las calles de la capital, que honra a un general franquista, con el de Escrivá de Balaguer, que fue confesor de Franco, condecorado dos veces por el extinto caudillo, y también llegó a los altares. Lo paradójico es que esa decisión de la corporación municipal obedece a la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, según la cual se eliminan del callejero de la ciudad hasta 43 nombres evocadores de la dictadura. Para Belloch, alcalde socialista y ministro en el gobierno de España durante alguna de las legislaturas presididas por Felipe González, Escrivá es el aragonés más importante de la segunda mitad del siglo XX y de mayor proyección internacional, exceptuando a Luis Buñuel.

Recuerda el historiador Julián Casanova, también aragonés y autor del libro La iglesia de Franco, que aparte de confesor del dictador, José María Escrivá de Balaguer fue el fundador de una organización, el Opus Dei, caracterizada por predicar la subordinación de la mujer y ejercer durante el franquismo misiones de depuración entre los intelectuales y liberales de la universidad. Dice Casanova que le da igual que con esos atributos a monseñor Escrivá lo hayan hecho en su día santo, pero este hombre no encarna ningún valor democrático que merezca que se le reivindique. Máxime, me permito añadir, si tal medida se toma en representación de la ciudadanía a la que democráticamente se gobierna, y además se pertenece, como alcalde la de la ciudad, al mismo partido que desde la administración central aprobó la ley citada.

Es de tener en cuenta, ya que Casanova alude a la beatificación del fundador del Opus Dei, gestada en los primeros años noventa, que ya entonces hubo polémica respecto a lo merecido o inmerecido de tan honrosa distinción religiosa. Varios antiguos miembros de la Obra pidieron comparecer entonces en la causa para aportar su testimonio. La Congregación Vaticana encargada del proceso de beatificación, -milagrosamente en manos del Opus Dei-, se negó a escuchar a todo aquel que tuviera un punto de vista crítico en relación con la supuesta santidad del protagonista.

Dado que en Roma no les prestaron la escucha requerida, algunos de los solicitantes decidieron publicar sus testimonios en un libro, Escrivá de Balaguer, ¿mito o santo?, del que entresaco el último párrafo de la versión aportada por Miguel Fisac. Al reputado arquitecto y urbanista, que fue miembro de la Obra en los primeros años de la misma, le parece muy peligroso que, aparejada a esa beatificación, va unida la canonización de dos grandes vicios humanos que son la intransigencia y la coacción que el padre Escrivá canoniza elevándolos a la categoría de la Santa Intransigencia y la Santa Coacción.

Lo más vergonzoso de la propuesta suscrita por un alcalde que pertenece al Partido Socialista es que la adscripción del confesor espiritual de Franco al callejero de Zaragoza ocurra ahora, durante la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, cuando sobre muchas de las víctimas de la dictadura en esa ciudad, entre 1936 y 1946, sigue pesando la sombra del olvido, significada en una fosa común del cementerio, tal como recuerda el propio Julián Casanova.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Belloch es otro Bono, pero esta vez me temo que se va a salir con la suya.

Anónimo dijo...

Te leo casi todos los días, Javie. Suso.

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