Melibea
Suelo leer con detenimiento las reflexiones de Fidel Castro que desde la primavera de 2007 viene publicando la prensa cubana. Sus puntos de vista sobre muchas cuestiones de la actualidad internacional están dotados por lo general de una aguda perspicacia, muy bien acogida en otros medios de comunicación de Amérca Latina de reconocido prestigio como los diarios Página/12 o La Jornada. Ahora, con ocasión de la visita de la presidenta Cristina Fernández (de la República Argentina, no de Kirchner), el anciano comandante acaba de dar a conocer en un nuevo artículo, más breve que los demás, las razones por las cuales había interrumpido esa serie de escritos (152 hasta ahora):
He reducido las Reflexiones tal como me había propuesto para el presente año, a fin de no interferir ni estorbar a los compañeros del Partido y el Estado en las decisiones constantes que deben tomar frente a dificultades objetivas derivadas de la crisis económica mundial. Yo estoy bien, pero insisto, ninguno de ellos debe sentirse comprometido por mis eventuales Reflexiones, mi gravedad o mi muerte. Reviso los discursos y materiales elaborados por mí a lo largo de más de medio siglo.
Desmiente con ello Castro los rumores acerca de un emperoramiento de su salud, derivados de su silencio en los últimos meses, sin eludir por eso un pronóstico al término del artículo, luego de haber glosado la favorable y laudable impresión que le merece el nuevo presidente de los Estados Unidos: El rostro inteligente y noble del primer presidente negro de Estados Unidos desde su fundación hace dos y un tercio de siglos como república independiente, se había autotransformado bajo la inspiración de Abraham Lincoln y Martin Luther King, hasta convertirse en símbolo viviente del sueño americano. Sin embargo, a pesar de todas las pruebas soportadas, Obama no ha pasado por la principal de todas. ¿Qué hará pronto cuando el inmenso poder que ha tomado en sus manos sea absolutamente inútil para superar las insolubles contradicciones antagónicas del sistema? He tenido el raro privilegio de observar los acontecimientos durante tanto tiempo. Recibo información y medito sosegadamente sobre los acontecimientos. Espero no disfrutar de tal privilegio dentro de cuatro años, cuando el primer período presidencial de Obama haya concluido.
Me ha llamado la atención esta mañana, al revisar como acostumbro el diario argentino Página/12, la información que hace referencia a las imágenes de Fidel Castro con Cristina Fernández. Tales fotografías le fueron entregadas a la presidenta argentina dos días después de la entrevista en La Habana, por mediación del vicecanciller cubano Alejandro González Galeano, que viajó especialmente desde Cuba a Venezuela para dárselas a Cristina Kirchner en mano durante la cena que la primera mandataria argentina compartía con el presidente Hugo Chávez. Te recibió de pie, como un caballero, dicen que comentó éste en alusión a Castro, según pudieron presenciar los televidentes argentinos en los noticieros.
La pregunta que queda en el aire respecto a esta información es porqué esas fotografías, facilitadas por el gobierno cubano, vieron la luz tan tarde y al mismo tiempo requirieron una entrega de urgencia, sin que a ese gobierno le preocupase lo más mínimo tratar de disimular tanto el retraso primero como la urgencia después.
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