martes, 2 de diciembre de 2008

GELMAN Y MARCOS ANA: MEMORIA Y VERDAD


Félix Población

El mismo día en que la Audiencia Nacional declaró incompetente a Baltasar Garzón para investigar los crímenes del franquismo, el poeta y periodista Juan Gelman abría en Salamanca el I Encuentro Internacional de Centros de la Memoria Histórica contra los comisarios del olvido, porque, según sus palabras, un cuarto de siglo después del fin del infierno de la dictadura argentina, ese infierno tiene una segunda parte que aún crepita en la memoria y no se apaga, gracias sobre todo al concurso de los organizadores de la amnesia. Citó Juan a este respecto a los militares arrepentidos y callados con dosis de cianuro, a los testigos que declararon contra la barbarie como Julio López -desaparecido para agitar el miedo-, a la jerarquía eclesiástica que santificó la matanza y se niega a abrir los prolijos archivos de ese tiempo de muerte, a los fiscales jueces y demás instancias judiciales que encajonaron procesos contra los represores, a los sectores políticos y sociales cómplices de la masacre y a ciertas organizaciones de derechos humanos, incluso, que se limitaron a burocratizar el dolor.

Nadie mejor que Gelman, en su condición de periodista, poeta y familiar directo de varias víctimas asesinadas y hechas desaparecer por la dictadura, para abrir en Salamanca un evento que trata de rescatar el pasado que nos constituye frente a la historia tantas veces descrita en el agua y la arena. En contra de quienes vilipendian el esfuerzo de la memoria bajo la excusa de que no debe removerse el pasado para evitar que las heridas se reabran, la necesidad de esa facultad recordativa es un imperativo moral precisamente porque las heridas no están cerradas: Laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego -dice Juan Gelman-. Su único tratamiento es la verdad. Y luego la justicia. Verdad para las víctimas y justicia para los victimarios.

Los diques impuestos a la voz del pasado siguen siendo recurrentes y hay quienes pretenden ampararse en aquellos decretos de la antigua Atenas en los que se conminaba a los ciudadanos a olvidar la derrota sufrida contra Esparta. Ese olvido es imposible porque los miles de desaparecidos hacen perdurable su recuerdo en sus amigos y familiares. Enterrar a los muertos es una ley eterna que nadie sabe cuándo comenzó a regir, grita Antígona: Iba yo a pisotear esas leyes venerables, impuestas por los dioses, ante la antojadiza voluntad de un hombre, fuera el que fuera. La verdad del sufrimiento de las víctimas ha de imponerse a la que mantienen los victimarios, que es la cobardía del silencio. Para eso están los archivos, para contribuir a deshacer las artimañas de los asesinos de la memoria, afirmó Gelman.

Le correspondió al poeta Marcos Ana, preso en las cárceles franquistas durante 23 años, poner fin al evento celebrado en Salamanca con el conocimiento y la verídica percepción de quien sufrió tan dilatado periodo de prisión durante la dictadura. Si entonces Marcos Ana recibió la solidaridad de los países iberoamericanos, el poeta comunista les devolvió ese mismo sentimiento mucho después a las víctimas encarceladas por las dictaduras del Cono Sur. El afán por recuperar esa oscura memoria nos une hoy aquí y allá porque no se puede arrancar esa página de la historia para que se la lleve el viento del olvido. Su recuperación y reparación es inevitable como vacuna para la libertad y la vida del porvenir. A tal fin, la actual y tardía ley de la Memoria Histórica es insuficiente porque entre otras carencias no anula las sentencias dictadas durante la dictadura. Esa ley no contribuye a reabrir heridas, tal como sostiene la derecha, sino a evitar que las heridas se cierren en falso y a reparar y dignificar, aunque sólo sea en parte, la memoria de quienes defendieron la libertad frente a los que lucharon contra ella.

Refiriéndose al periodo de la transición, y teniendo en cuenta que la política es el arte de lo posible, la izquierda fue muy generosa y se adaptó a la correlación de fuerzas existente, donde primaba asentar la democracia frente a la dictadura aunque fuera a costa de asumir la monarquía en lugar de reivindicar la república. No debe confundirse la amnistía proclamada entonces con la amnesia, ni la justicia reclamada ahora con la venganza. Marcos Ana reveló en su conferencia que una parte de los documentos procedentes de su vida en prisión la ha donado al Centro de la Memoria Histórica de Salamanca y que su mayor anhelo sería rescatar las miles de Notas de Capilla que sus compañeros dejaron escritas antes de ser fusilados. Los presos que limpiaban la correspondiente dependencia hacían pequeñas ranuras en las paredes y dejaban escondidos un papelito y un lapicero para que fueran empleados por los condenados a la última pena, que así se despedían de sus deudos, con estremecedores testimonios entre el material conservado.

Francisco Franco sigue siendo hoy alcalde de honor de Salamanca y medalla de oro de la ciudad, con su efigie tallada en piedra sobre las arcadas barrocas de la Plaza Mayor. A Unamuno no se le rehabilitó todavía como concejal republicano expulsado por el franquismo porque el PP manda en la alcaldía de la ciudad. Yo no me acuerdo de nada. Si se acuerdan ustedes, el problema es de ustedes, respondió Klaus Barbie, ex jefe de la Gestapo de Lyon cuando una de las víctimas le reprochó sus crímenes, contó Gelman. Recordar, denunciar y exigir el castigo de crímenes contra la humanidad es un problema nuestro, concluyó el escritor argentino.

En España, la ciudad sede del Centro de la Memoria Histórica honra al dictador, la ley que trata de defender esa memoria es muy limitada y al juez que pretendió investigar los crímenes del franquismo se le declara incompetente. No hay duda: el problema es nuestro.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bravo, Félix. No tiene desperdicio.

Anónimo dijo...

Digo lo que el anterior y te felicito por ello.

Anónimo dijo...

Hablaron los más autorizados sobrevivientes para hablar de la verdad y exigir justicia. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Nunca se resolverá ese problema, la transición fue ejemplar para no poder resolverlo.

Anónimo dijo...

No lo leí en Público. ¿Algún problema con el periódico?

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