miércoles, 3 de diciembre de 2008

LOS MÚSICOS DE ABREU (ORQUESTA SIMÓN BOLÍVAR) CONQUISTAN USA


Lazarillo

La crítica estadounidense ha sido unánime a la hora de valorar la gira por el país de la Orquesta Sinfónica de Venezuela Simón Bolívar. Las reseñas de los conciertos ofrecidos en ambas costas califican como auténticas oleadas de entusiasmo las que se dieron entre el público asistente. Bajo la batuta de Gustavo Dudamel -a quien el director de la Filarmónica de Berlín, Sir Simon Rattle, considera como el conductor más talentoso que jamás he visto-, el concierto en el Carnegie Hall de Nueva York obtuvo una reacción especialmente significativa por parte del respetable. Caracterizado por su exigencia, confundida en ocasiones con arrogancia, ese público se puso en pie y dedicó una ovación interminable a la joven orquesta. Reacciones similares se registraron en Los Ángeles, San Francisco y Boston.

Entrevistado por el New York Times, Dudamel manifestó que su meta y la de sus músicos no es personal, sino colectiva: Soy producto del sistema, y en el futuro estaré ahí trabajando para las próximas generaciones. El sistema, según Rattle y Claudio Abbado, es lo más importante que está ocurriendo en la música clásica en nuestros días, hasta el punto de que su forma de abordar la música, según el crítico de Los Ángeles Times, por su elevado nivel técnico y la apasionada y jubilosa energía que se desborda en las interpretaciones orquestales, amenaza al status quo: La estructura de clase de la música clásica -afirma Mark Swed- está ahora en peligro de deshacerse.

Todo empezó hace algo más de treinta años en un garaje de Caracas, con el compositor José Antonio Abreu al frente de un ambicioso y altruista proyecto que trataba de rescatar de la miseria, a través de la educación musical, a los niños y adolescentes de los sectores más empobrecidos de la sociedad. Impulsamos la práctica orquestal desde el principio -dice Abreu-, porque crea una dinámica de superación y de grupo fundamental.

El proyecto no sólo ha cuajado hasta llegar al sobresaliente y entusiasta grado de acogida que tienen todos los conciertos de la Joven Orquesta Simón Bolívar -del que tuve la fortuna de ser partícipe y testigo-, sino que el sistema de jóvenes orquestas impulsado por Abreu se extiende como un fecundo caudal reactivador de la emancipación social y cultural en el continente americano. Ahora, además de cundir en varios países de América Latina, ese río de música y energía bienhechora alcanzará también a los barrios marginales latinos en California, así como a los neoyorquinos de Harlem y el Bronx, con unas posibilidades de fructificación que el propio Abreu da casi por seguras.

El presidente Hugo Chávez anunció este año que su gobierno incrementará la financiación del sistema de jóvenes orquestas venezolanas para pasar de los 250.000 alumnos actualmente integrados (con 800 maestros, 246 centros educativos y 125 orquestas) a un total de un millón de jóvenes integrantes. El de José Antonio Abreu, como escribe hoy en su crónica de El País Ruiz Matilla -que elude sin embargo esta última información-, es un camino sin retorno, una aventura puesta en práctica sobre el escenario por músicos entusiastas que creen sin fisuras en la filosofía de este hombre visionario e impulsor de la música como arma de transformación social.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Comparto esa perspectiva. Sobre todo, porque es necesaria.

Anónimo dijo...

¿No es Chávez la batuta?

Anónimo dijo...

Muy buena la lectura de la crónica. Prueba el doble rasero de El País.

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