domingo, 2 de noviembre de 2008

UN FALSO SARKOZY SE LA PEGA A LA PALIN



Melibea


Si el paciente lector tiene alguna idea de inglés, o incluso sin tenerla, advertirá en la conversación telefónica sostenida entre un falso presidente Sarkozy y la candidata republicana a la vicepresidencia de los Estados Unidos la devoción de Sarah Palin por su comunicante, del que desconoce durante un buen rato su irreal identidad.

En vísperas de la convocatoria electoral, el diario The New York Times y otros varios se hacen eco de esta grabación, cuyo producto se basa en la ocurrencia de los humoristas franceses Sebastien Trudel y Marc-Antoine Audette, especialistas en este tipo de montajes, en cuyas redes telefónicas ya se liaron el mítico patriarca del rock Mick Jagger o el presidente de Microsoft Bill Gates.

La charla tiene una duración de seis minutos y discurre a tono con el rosario de entusiastas halagos que el presidente francés y su supuesto ayudante o secretario personal dispensan a doña Sarah, entre ellos el de verla en la presidencia del país -no en la vicepresidencia- en un futuro no muy lejano. La gobernadora de Alaska agradece sumamente la llamada y muestra de modo explícto su afecto por don Nikolas: Sentimos un gran respeto por usted John McCain y yo. Le queremos. Estimulado sin duda por esa declaración, el falso Sarkozy no tiene reparo en compartir con la señora Palin las aficiones cinegéticas que les unen y que expresa con no menor énfasis: Me encanta matar a esos animales, sacarles la vida. Es tan divertido. Siempre y cuando no vayamos con el vicepresidente (Dick) Cheney, hace notar el humorista en referencia al error de disparo que casi le cuesta la vida a un amigo de éste, abogado por más señas. Sólo al final de la charla advertiremos que doña Sarah recibe el oportuno asesoramiento acerca de la broma de la que es protagonista, sin que tenga para tal trance, por supuesto, la más mínima capacidad de reacción o reparación.

Esto último quizá otorga más vehemencia al grito de júbilo con el que la pareja de humoristas, poniendo el punto final, celebra la culminación de su inocentada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al menos les podría haber llamado mariconzones, digo.

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