jueves, 20 de noviembre de 2008

LOS NIÑOS PERDIDOS DEL FRANQUISMO


Félix Población

Una vez leído el auto de Baltasar Garzón por el cual ha decidido inhibirse a favor de los juzgados territoriales en la causa por las desapariciones de ciudadanos durante la Guerra Civil y el franquismo, no han faltado reconocidos analistas de ideología progresista que han calificado como una argentinización del proceso la denuncia expuesta por el juez en relación con los niños perdidos durante el conflicto y los primeros años de la dictadura, como si con ello el señor Garzón pretendiera aplicar en España la misma plantilla que en el país sudamericano durante el régimen de los generales.

Tales comentaristas no han puesto en entredicho la cifra de 30.000 niños republicanos tutelados por la dictadura entre 1944 y 1954, según especifica Garzón en su auto. Tampoco que, como se afirma en el escrito, muchos de aquellos niños les fueron retirados a las madres sin posterior devolución a sus familiares de origen. Sin embargo he creído notar en sus opiniones, marcadas por una mal disimulada aversión a la trayectoria profesional de don Baltasar, un cierto grado de suspicacia, como si al referirse a esa argentinización casi cuestionaran tal concepto y se lo imputaran una vez más al afán de protagonismo que muchos reprochan al magistrado.

El régimen franquista invocaba la protección de menores, dice Garzón en su auto, pero bajo esa supuesta protección lo que se imponía era una custodia punitiva propia de correccional. El catedrático de Historia Contemporánea Julián Casanova aseguraba ayer en una entrevista en Radio Nacional de España que millares de mujeres presas fueron separadas de sus hijos y que los niños pasaron a formar parte de centros especializados dependientes del Patronato Central de Redención de Penas por el Trabajo. Según Casanova el número de alumnos en esas condiciones superaba los 9.000 en 1942 y no era raro que a las niñas se las recondujera hacia la vida conventual, para expiar las culpas de sus mayores, y a no pocos niños se le falsificara la partida de nacimiento con el concurso de algunos sacerdotes para que fuesen adoptados asimismo por unos falsos padres.

Como caso más ilustrativo y conmovedor del azaroso destino de los hijos republicanos se refería don Julián al de la compañera del escritor Ramón J. Sender, fusilada en Zamora después de haber sido delatada por su cuñado. Amparo Barayón cuenta en su última carta a Sender que le arrebataron a su hija Andreína de los brazos antes de ser fusilada por un pretendiente despechado, reflejo a su vez del mar de rencores y recelos personales que avivó la yesca del odio y la venganza durante la Guerra Civil con el macabro balance de barbarie que todos sabemos.

Quienes puedan pensar y opinar que denunciando la pérdida de identidad y/o el robo de niños republicanos cometidos por la dictadura franquista -delito constitutivo de Crimen contra la Humanidad y por lo tanto sin prescripción posible- lo que el juez Garzón persigue es mantener encendido su fulgor protagónico por no dar del todo por perdida la causa que defiende, deberían echar una ojeada al fondo documental que el viejo régimen dejó como panacea de sus logros redentores.

En la imprenta de los talleres penitenciarios de Alcalá de Henares se editó en 1942 una memoria bajo el título La obra de la redención de penas (la doctrina, la práctica, la legislación), que según reza en su portada eleva al Caudillo de España y a su gobierno el Patronato Central para la Redención de Penas por el Trabajo. El libro, ilustrado con abundantes fotografías de la reeducada población reclusa, abunda en dos de sus capítulos en lo que llama la redención de mujeres caídas, como fruto de la peste deshonesta que ha venido creciendo desde hace cincuenta años en España e inmerecedoras con toda seguridad de la educación de sus vástagos, y la protección a los hijos de los penados.

Por referirme al que compete a este artículo, se dice que el Patronato Central para la Redención de las Penas acoge a niños entre dos y quince años, aunque han sido exceptuadas de este límite máximo de edad 145 jovencitas que se hallaban en circunstancias de peligro moral. Que el número total de internos ronda los 4.000, si bien están pendientes de ser admitidos 7.000 más en espera de hallar plazas libres. Que la patria potestad de los padres está asegurada, a pesar de la propaganda roja, propaganda que el libro naturalmente desmiente, y en la que se decía que los niños no sólo eran maltratados, enviados a Alemania y arrancados de la tutela paterna, sino que fallecían en masa, lo cual dio motivo a que algunas madres incautas fuesen al Patronato y visitasen los colegios para cerciorarse de la verdad y comentar luego indignadas las calumnias.

Ahora, sesenta años después, un juez, cuya valiosa mediación en pro de los Derechos Humanos quedó sobradamente reconocida por su ejecutoria en la persecución de los crímenes contra la Humanidad perpetrados por varios regímenes dictatoriales, sostiene que aquellas calumnias no lo son. Durante el régimen franquista -se afirma en el auto de Baltasar Garzón- se estableció un plan sistemático de recuperación de niños cuyos padres, por su ideología, fueron considerados por la dictadura no aptos para asumir su cuidado. Internados en las instituciones del Estado, fueron sometidos a malos tratos físicos y psicológicos, les fueron retirados a las madres sin una ulterior devolución a sus familiares. Por todo eso, el magistrado insta al ministerio fiscal y a los jueces a la investigación y sanción de los culpables y a la reparación de las víctimas para que puedan recuperar la identidad robada.

En manos de la justicia queda seguir dejando como verdad la del memorial franquista al que aludo o indagar en los hechos denunciados por quien tiene reconocido prestigio internacional para probarlos.

RedDIARIO
EL AUTO DE GARZÓN Y LA CONDENA DEL FRANQUISMO POR EL CONSEJO DE EUROPA

El juez dedica buena parte de su último auto (texto en pdf) a denunciar el sistemático robo de niños y su reeducación forzosa.
-El régimen franquista invocaba la protección de menores (...) pero los niños tenían que expiar los pecados de su padre y se les repetía que ellos también eran irrecuperables. Frecuentemente eran separados de los demás y sometidos a malos tratos físicos y psicológicos, apuntó el Consejo de Europa en su declaración de condena del franquismo en el 2006 (texto en pdf, traducido por Izquierda Unida).
-Las elites franquistas aceptaron la transición y el retorno de la democracia a cambio de una amnistía política de hecho, que descansa en un pacto de silencio. Nadie sería llamado a rendir cuentas ante la justicia y no se crearía ninguna Comisión de Verdad y reconciliación (íbid. párrafo 80).
-La Iglesia católica de España, estrechamente unida al régimen, participó en la persecución de los vencidos; los sacerdotes denunciaban a sus parroquianos republicanos ante los tribunales del estado. También jugó un papel muy importante al proveer el personal de numerosos establecimientos penitenciarios, siendo los más tristemente célebres las prisiones de mujeres y los reformatorios para jóvenes cuyos antiguos detenidos han denunciado públicamente los malos tratos físicos y psicológicos que sufrieron por parte del personal religioso (íbid. párrafo 77).

Nota: Este artículo fue enviado en el día de la fecha para su publicación en el diario Público. Publicado el 30 de noviembre, es recomendable el comentario de uno de los lectores, Antonio, niño de nadie.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El auto de Grazón recurre a la condena del franquismo por el Consejo de Europa. Siendo así, por qué seguimos donde estamos u por qué hemos tardado tanto en llegar a lo que Garzón ha hecho público. Es como si se estuviera jugaando a hacer actualidad con los muertos y los desaparecidos mientras muchos de ellos siguen ignorados en las cunetas.

Anónimo dijo...

¡Siento vergüenza, indignación, desesperación y tristeza -profunda tristeza- por tanta ignominia cometida por los franquistas!!! ¡Y que no nos hayamos enterado hasta ahora: tengo 77 años y siento un profundo dolor y rabia contra la iglesia responsable en su hipocresía!!!

Anónimo dijo...

Nos hablan de Chile y de Argentina; y todos -incluido el PP- nos escandalizamos y maldecimos aquellos hechos. ¿Por qué los de la derecha española y la iglesia -que la más culpable- no hacen lo mismo respecto de lo sucecido en la España de nuestros días, siendo así que es igual o parecido?

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