miércoles, 19 de noviembre de 2008

LA ESPAÑA DEL POCERO BUENO


Félix Población

Durante varios días hemos venido asistiendo a través de la televisión al magnífico ejemplo de conducta cívica y excelente humor que dieron esos tres mil ciudadanos de Madrid, aspirantes a las 2.113 viviendas asequibles prometidas por el constructor José Moreno, que durante una serie de jornadas se han mantenido día y noche aguantando cola, acampados a la intemperie, para hacer la oportuna inscripción por 120 euros que les daba derecho a adquirir uno de los futuros pisos.

Todos ellos, jóvenes y menos jóvenes, mostraron su confianza no sólo en la calidad de las construcciones, ya comprobada por quienes residen en los pisos edificados por Moreno anteriormente, sino en la palabra del conocido como Pocero Bueno acerca de prevista localización de los terrenos en donde se ubicarán las nuevas viviendas.

El propio calificativo de Pocero Bueno, en contraposición al otro Pocero de Seseña más conocido por sus granjerías en el mismo gremio, revela hasta qué punto la buena gente sabe catalogar con un calificativo puede que cándido pero sumamente explícito a quienes se expresan y actúan con la sobria transparencia que identifica el singular proceder de José Moreno: Nunca he cobrado dinero negro ni lo haré. Yo sólo me llevo el 3 por ciento donde otros se llevan el 70.

Hace poco más de un año un informe de la ONU dio a conocer que España era el país donde más se construía, más viviendas vacías existían y menos viviendas asequibles se ponían a disposición de los ciudadanos. Recientemente, con la crisis financiera e inmobiliaria, esta situación no ha hecho más que agravarse por la imposibilidad de muchas familias de hacer frente a las hipotecas de sus pisos, sin que el gobierno apoye con la solvencia que sería de menester a quienes corren el riesgo de perder sus casas.

En estas circunstancias, y en un mercado tan dado a la especulación, al lucro personal y a la corruptela, donde otros poceros pueden llegar gracias al ladrillo al yate o al avión privado, José Moreno se conforma con saborear jamón ibérico con la conciencia tranquila y ganar dinero -según sus palabras- poquito a poquito como las hormigas. Hace casas entre 120.000 y 160.000 euros donde sus colegas las venden por cinco veces más, entre otras razones porque en el mundo -dice él- hay gente normal que quiere vendernos terrenos sin hacerse millonarios.

Esa misma gente normal, serena, cívica, necesitada y digna es la que vimos desfilar estos días atrás ante la nueva oferta del Pocero Bueno. Quienes hayan tenido sensibilidad para apreciarla están en disposición de valorar a unos conciudadanos que se merecen mucho más que ese noticiario de gestiones corruptas con las que a menudo se identifica la construcción en España. Robar a esa gente debería ser a partir de ahora un poco más violento.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo curioso es que sea excepción no cobrar dinero negro, sacar un porcentaje razonable etc. ¿Cómo hemos llegado a que lo normal sea lo otro?

Anónimo dijo...

Lo vergonzoso.
Estamos hablando de un derecho constitucional.

Anónimo dijo...

Tendríamos que estar contentos proque esa España subsista y muchos más indignados por que la otra, la corrupta, también.

Anónimo dijo...

Tendríamos que estar contentos proque esa España subsista y muchos más indignados por que la otra, la corrupta, también.

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