martes, 21 de octubre de 2008

RODRIGO RATO DEL FMI Y LA CRISIS FINANCIERA


Lazarillo

Llama mucho la atención, puestos en la que estamos y habida cuenta las críticas recibidas por el Fondo Monetario Internacional ante la crisis financiera que nos embarga, que quien dirigiera esa institución hasta unos meses antes de que las llamadas hipotecas subprime abatiesen la estabilidad de los mercados, Rodrigo Rato, mantenga un sonado silencio ante lo que se supone debería incumbirle como máximo responsable que fue del FMI.

El lector recordará que por cesar en aquel substancioso cargo un cierto tiempo antes de que se celebraran en España las últimas elecciones generales, no faltaron las especulaciones que daban a don Rodrigo cierto chance de Vivar redivivo, capaz de ganar la batalla en el liderazgo o a la cabeza de las listas del Partido Popular. El señor Rato se limitó a basar en razones familiares su decisión de regresar a España, dejando lo que parecía ser un aureola de buena gestión al frente de la aludida entidad, equiparable al menos a la que sus conmilitones del PP recuerdan cada vez que hablan de los años de bonanza económica bajo la presidencia de José María Aznar, con Rato como garante de la misma e incluso de la subsiguiente bajo el gobierno de ZP.

Si se da por supuesto que entre los objetivos del Fondo Monetario Internacional están los de inspeccionar al detalle los productos financieros, no se negará que la responsabilidad en este sentido del FMI en el crecimiento y desarrollo de las hipotecas basura es máxima. Dado que don Rodrigo fue director de esa institución hasta meses antes de que la crisis aflorara, le correspondería a él dar algunas explicaciones acerca de lo ocurrido, pues la gestación de lo que lo que estamos viviendo se produjo bajo su dirección.

Las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Washington en el mundo en desarrollo jamás serían adoptadas en el primer mundo, afirma el premio Nobel de Economía 2001 Joseph Stiglitz. Esto revela, según Stiglitz, la hipocresía de las políticas "mercadofundamentalistas" que forman el eje de las recetas del FMI y otras instituciones económicas multilaterales: lo bueno para el tercer mundo no es bueno para el primero. En su libro El malestar en la globalización señala que son pocos los que defienden la hipocresía de pretender ayudar a los países subdesarrollados obligándolos a abrir sus mercados a los bienes de los países industrializados más adelantados, y al mismo tiempo protegiendo los mercados de éstos: esto hace a los ricos cada vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres, y cada vez más enfadados.

Los organismos financieros deben ser democratizados, reitera con frecuencia Joseph Stiglitz, puesto que tal como están sólo las naciones que controlan la globalización son las únicas beneficiadas. Mientras esa democratización no se dé, señores como Rato pueden basar en razones familiares su evasión del cargo que ocupan sin dar explicaciones del desastre originado bajo su gestión, de la que casi nadie parece acordarse ahora.

RedDIARIO
“Un solo mundo o ninguno” era el lema que repetían científicos e intelectuales de posguerra, con la certeza de que una tercera guerra mundial -holocausto nuclear mediante- podía ser la última. Pero no hubo holocausto nuclear. Ni tercera guerra mundial. Sí hubo un mundo bipolar, luego unipolar y ahora multipolar. Sí hubo muchas guerras convencionales, de mediana y baja intensidad. Pero no pudo erradicarse, en más de medio siglo de existencia de la ONU y del FMI, el flagelo del hambre. Brecht tenía razón. La guerra y la paz, dentro de un orden de injusticia, se parecen mucho entre sí. Para una víctima del crimen del hambre -arriesgamos- la guerra y la paz son la misma cosa. (Oscar Taffetani, Agencia Pelota de Trapo).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el artículo de Taffetani. La codicia del dinero y el poder erradican toda base ética.

Anónimo dijo...

Y pensar que algunos daban a Rato como líder del PP epnsando que era de fiar...

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