miércoles, 22 de octubre de 2008

CARABANCHEL Y EL VALLE DE LOS CAÍDOS


Félix Población
En el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, otrora Archivo General de la Guerra Civil, se conserva el expediente del abuelo del señor Presidente del Gobierno, Juan Rodríguez Lozano, de profesión militar, abierto por el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo, en el que consta el fusilamiento del encausado en la madrugada del 18 de agosto de 1936 en Puente Castro (León) por las tropas rebeldes del general Franco.

Hace unos días, el señor Rodríguez Zapatero dijo que el franquismo ya ha sido juzgado por la historia, como si la ejecución y/o el asesinato del capitán Rodríguez Lozano y miles de ciudadanos defensores del régimen republicano, abatidos y desaparecidos por la fuerza al resistirse al golpe militar fascista y durante la inmediata posguerra, pudiesen quedar así reparados.

Con toda seguridad, sin figurar ningún antepasado suyo entre las víctimas, el criterio de ZP no sería el mismo al valorar la represión que tuvo lugar a partir de los años setenta en los países del Cono Sur de América Latina. ¿Le parecería en este caso oportuno al Presidente del Gobierno utilizar esa misma frase para referirse a las víctimas de los Videla, Pinochet, Stroessner y demás dictadores cuyo infausto proceder fue el mismo que el del extinto Caudillo ferrolano, aunque sin guerra civil como antecedente desencadenante de sus respectivas masacres?

Mire, señor Rodríguez Zapatero, aquí en esta España nuestra se hizo una transición democrática en la que lo único modélico fue la actitud de los vencidos respecto a los vencedores y gobernantes del viejo régimen. Gracias a la comprensión y el perdón que los primeros dispensaron a quienes los habián perseguido y encarcelado, pudo abrirse el país a un nuevo régimen de libertades, sin que en ningún momento los vencedores y quienes durante cuarenta años mantuvieron vivos los rigores de la dictadura mostrasen la más mínima señal de arrepentimiento por su pasado.

Porque fue así, perduraron y perduran durante más de treinta años los símbolos y rótulos franquistas en las plazas y calles de nuestras ciudades, ahora teóricamente proscritos por la Ley de la Memoria Histórica, y se mantiene a medio centenar de kilómetros de la capital del Estado el munumento más emblemático del antiguo régimen.

Porque fue así perdura el Valle de los Caídos, señor Presidente del Gobierno, ya que según usted al franquismo ya lo juzgó la historia, y se derriba el edificio de la antigua cárcel de Carabanchel, cuya permanenecia simbólica entre nosotros, como un centro restaurado para la paz y la memoria en recuerdo de quienes sufrieron prisión por luchar contra la dictadura, debería ser preservada a toda costa.

¿Qué conclusión se puede sacar aquí y ahora de que la gran cruz de Cristo siga erigida en memoria del dictador y la prisión en la que fueron encarceladas sus víctimas desaparezca como referencia de su lucha? Me parece, señor Presidente, que si eso está ocurriendo es porque ni nos bastó ni nos basta con el juicio de la historia.

RedDIARIO
+Franco, en los calabozos de la conciencia. (Jordi Gracia).

+Si cuando el presidente Zapatero dice que la historia ha juzgado absolutamente al franquismo quiere decir que la memoria no manipulada de cualquier hecho termina poniéndolo en su lugar, estoy de acuerdo. Pero esta tesis no es válida cuando se ha impedido el conocimiento: ocultando datos, tergiversando realidades o prejuzgando ideologías. Porque, de darse lo anterior, se podría derivar la impunidad de cualquier delito. Además -aunque sólo fuera para mantener la salud ética y psíquica, como siempre recuerda en sus ensayos el psiquiatra Castilla del Pino-, es imprescindible -al menos en el plano simbólico- reparar, restañar lo sangrante o reconocer el irreparable daño infligido a tus vencidos. (Isabel Cárdenas, El País).

+La lucha de la memoria contra el olvido. (Hermes H. Benítez, PiensaChile)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Atado y bien atado.

Anónimo dijo...

Lo peor es que sigue sin saberse por parte de las generaciones más jóvenes los valores culturales y sociales de la República en relación el pasado que la precedió y el futuro dictatorial que la siguió.

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