martes, 28 de octubre de 2008

GALEANO, PERSEGUIDOR DE LA LLUVIA EN TIEMPOS DE SEQUÍA


Félix Población

La Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata entrega cada año el Premio Rodolfo Walsh a aquellos profesionales que se hayan destacado por su trayectoria académica y periodística, en las que el compromiso con la verdad y la militancia social sean los valores preeminentes, en correspondencia con la personalidad y memoria de Walsh, un profesional emblemático en el periodismo de investigación, comprometido con su objetivo de dar voz e interpretar los silencios y las vivencias de los sectores excluidos o marginados de la sociedad.

La expectación esta vez era máxima entre la masiva audiencia concurrente porque uno al menos de los distinguidos tenía sobrados avales para merecer el premio, como demuestra el hecho de que fuera imposible que el locutor que presentaba el acto hiciera lo propio con el currículo de este galardonado. El público requirió de inmediato la palabra de Eduardo Galeano, que hizo uso del micrófono para recontar una de las ilustrativas historias que garantiza su capacidad de selección literaria, tomada de la que habla de un sultán de Persia de hace más de mil años, protagonista de una de aquellas mil y una noches:

El sultán no conocía las berenjenas y en la corte se las dieron a probar. Un poeta a su servicio le contó los beneficios de estas verduras, tras la expresión satisfactoria del cortesano al probar bocado. Luego, harto de adulaciones, el sultán dijo que las berenjenas le parecían una porquería, y entonces el poeta le dio toda la razón. Un hombre de la corte, testigo de esta contradicción, le cuestionó al poeta su abrupto cambio según la opinión del sultán. A lo que el poeta respondió: soy cortesano del sultán, no de la berenjena.

Galeano quiso glosar así el recuerdo y la impronta profesional de su amigo y colega Rodolfo Walsh, buscador de la verdad y la palabra justa, y resaltar al tiempo el honor que para el escritor y periodista uruguayo representa recibir un premio que lleva el mejor de los nombres posibles, el de un poeta que no fue cortesano de ningún sultán. Como otros compañeros no menos sobresalientes del periodismo argentino, entre los que citó a Horacio Verbitsky y Rogelio García Lupo, Walsh -según Galeano- nos enseñó a valorar el oficio, la imperiosa obligación de no venderse o alquilarse y la dignidad de un género literario despreciado por los literatos.

La producción de libros ha estado en lo alto del altar, afirmó Eduardo. En cambio, al oficio periodístico le tocó ser habitante de los bajos fondos de la literatura. Pero muchas veces brilla con más fulgor. Nadie debe sentirse besado por las hadas en su cuna por el hecho de escribir literatura y no periodismo. El periodismo escrito es literatura. Rodolfo lo enseñó porque lo practicó, con cuidado y responsabilidad. Rodolfo enseñaba con el ejemplo. Sentaba el culo en la silla y hasta que no terminaba el trabajo no se paraba. Sólo para mear o para comer algo frutal. No era de bajar línea.

La dignidad y entidad del periodismo de Rodolfo Walsh contaba además con algo imprescindible para ganar y reforzar esa dimensión y esa trascendencia comprometidas con los olvidados del mundo: Su gran respeto por la palabra. Walsh tenía voluntad de belleza y voluntad de justicia -dijo Galeano-, que son hermanas siamesas que nacieron para vivir pegaditas, espalda con espalda, y que muy mal hacen aquellos que cometen el crimen de separarlas.

Para el autor de Espejos, el oficio de escribir es doblemente hermoso. Hermoso como exigencia cuando tiene que denunciar. Cuando dice palabras. Cuando dice palabras que nacen por una impostergable necesidad de decir. Palabras que quieren ser mejores que el silencio. Por eso, qué alegría recibir este premio que lleva el nombre de mi maestro: averiguador de la vida y perseguidor de la lluvia en estos tiempos de sequía universal.

PS.- El 25 de marzo de 1977 un pelotón especializado emboscó a Rodolfo Walsh en las calles de Buenos Aires con el objetivo de aprehenderlo vivo. Walsh, militante revolucionario, se resistió, hirió y fue herido a su vez de muerte. Su cuerpo nunca apareció. El día anterior había escrito lo que sería su última palabra pública: Carta Abierta a la Junta Militar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Dieron esta noticia en los medios progres de España?

Anónimo dijo...

Para que nos hablen de libertad es preciso llegar a ese compromiso con la libertad...¿Quién como el periodista argentino? Muy pocos, cada vez menos.

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