miércoles, 29 de octubre de 2008

CARRILLO DICE QUE LA GUERRA CIVIL PUDO EVITARSE


Félix Población

Sólo nos queda él como referente, entre los políticos que vivieron aquella tragedia y participaron después en la gestación del actual periodo democrático, así que su testimonio debe ser valorado como algo inestimable cuando tenemos ante nosotros un nuevo libro de Santiago Carrillo. En este caso se trata de una obra que, al indagar en las razones de la crispación política soportada en España durante la pasada legislatura -a raíz, no lo olvidemos, de la masacre del 11-M-, se remonta a la que trajo consigo el golpe de Estado franquista. El libro, por lo tanto, habida cuenta la longevidad y agudeza crítica del autor, promete ser una lectura más que interesante, sobre todo para quienes ya hemos tenido oportunidad de advertir la capacidad analítica de don Santiago en su voluminosas memorias.

Es de celebrar, en principio, que bien pasados los noventa Carrillo mantenga no sólo la lucidez que siempre demuestra en sus artículos periodísticos y en sus declaraciones, sino la inquietud y la necesidad de acometer trabajos como el que nos ocupa, volcado en el loable empeño de favorecer con ello el siempre complejo tránsito de hacer más convivencial la democracia española, tan dañada durante el pasado cuatrienio por la airada ejecutoria del Partido Popular y la cobertura mediática en que no dejó de inspirarse.

A pesar de que sobre esa misma materia, la crispación política, precedieron al libro de don Santiago en estos últimos años otros de reconocidos analistas como los de Gil Calvo y el ex ministro José María Maravall, el del ex secretario del Partido Comunista Español era imprescindible por el nexo crítico-vivencial que su autor puede establecer a lo largo del dilatado periodo histórico que abarca la obra. Ésta, como la de los autores aludidos, no hubiese llegado probablemente a las librerías de no mediar como incentivo la bronca legislatura iniciada en 2004, la más agitada desde la transición democrática según Carrillo.

A quien como don Santiago vivió como político y precoz periodista los avatares de la Segunda República, así como el agitado tránsito que desembocaría en la sublevación franquista, los últimos cuatro años le recordaron más de una vez el comportamiento de aquella derecha tradicional y cerrada que apoyó en 1936 una conspiración nazi-fascista en contra del progreso que para España representaba por entonces una república burguesa. Cierto que esos hechos sólo pudieron darse en aquella precisa coyuntura, muy distante en todos los sentidos de la actual.

Quizá lo más destacable de La crispación en España: de la Guerra Civil a nuestros días sea el aserto formulado y argumentado por el autor respecto a la posibilidad de que aquella tragedia podría haberse evitado. Es muy posible que favorezca esa formulación la distancia y frialdad que da el tiempo a un criterio de esa naturaleza. Me gustaría pensar que desde el otro lado de la contienda, el de los vencedores, algún sobreviviente de aquel periodo, con la misma longevidad y lucidez que Carrillo, fuera de la misma opinión. Sería un buen aliciente para evitar legislaturas tan lamentables como la pasada y a favor de un porvenir en el que la crispación política deje de ser para siempre motivo de actualidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y cómo no va a ser motivo de crispación la actualidad si lo sigue siendo la memoria de esa guerra de hace setenta años?

Anónimo dijo...

Yo no me imagino a Fraga diciendo lo mismo, y es el que más cerca en años puede estar de Carrillo, hastqa creo que justificaría la guerra como sus conmilitones de ministerio.

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