lunes, 15 de septiembre de 2008
SOLIDARIDAD CON CUBA
Félix Población
En el transcurso de unos pocos días, dos impetuosos huracanes sucesivos, el Gustav y el Ike, han sembrado la devastación en la isla de Cuba. El balance de los daños materiales es desolador, por más que hayamos visto en los telediarios las imágenes de unos ciudadanos capaces de soportar tanta adversidad con la mayor entereza. Nunca dejaré de admirar a ese pueblo con el que me unen tan gratos y conmovedores recuerdos.
Según contaba ayer Gorka Castillo desde La Habana, la descripción más cruda de esa realidad queda expuesta en el titular de su crónica, comentario literal de uno de los muchísimos cubanos damnificados: Vamos a tardar años en comer un plátano. Otro se temía la posibilidad del retorno al periodo especial de 1993. Tales formulaciones, por pesimistas que parezcan, obedecen a un aciago panorama de destrucción que afecta a 320.000 viviendas, un 80 por ciento de la cosecha de banano, yuca y tabaco y más de 90.000 hectáreas de caña anegadas bajo las aguas.
Si no fuera por la proverbial diligencia del Estado en preservar la vida de la población en esas circunstancias -desde 2005 ningún huracán había ocasionado víctimas mortales en la isla-, sorprendería que con un desastre de tales magnitudes, ocasionado por vientos superiores a los 300 kilómetros por hora y lluvias que alcanzaron los 500 litros por metro cuadrado, sólo hayan perecido siete personas.
Se echa de menos al día de hoy que Raúl Castro no haya comparecido ante los medios para dar cuenta de las medidas que necesaria y urgentemente habrá de adoptar su gobierno para que el país pueda recuperarse de la catástrofe. No se olvide además que ésta ha ocurrido cuando el socialismo en Cuba ensayaba por primera vez en medio sigo fórmulas para adaptar y modernizar algunos de sus cerrados postulados en concordancia con los requerimientos del presente y las demandas de la ciudadanía.
Aunque haya sido muy escueta a través de la televisión la información recibida desde la isla, en contraste con la deparada por el mismo motivo desde Estados Unidos, es de anhelar que en nuestro país se organicen las pertinentes campañas de solidaridad con Cuba. Es lamentable que esa sensibilización no haya sido proyectada mediáticamente en España con toda la magnitud del desastre, probablemente el mayor que haya tenido que soportar la isla en su historia.
Téngase en cuenta, sobre todo, que la catástrofe se ha dado en un país que soporta una economía de supervivencia, bloqueada durante decenios por los sucesivos gobiernos de la nación más poderosa del planeta. Es de recordar a este propósito que Cuba ofreció ayuda humanitaria a Estados Unidos cuando el huracán Katrina arrasó Nueva Orleáns y el golfo de México, con un balance de casi dos millares de víctimas mortales.
Rechazada entonces por la Casa Blanca, lo que ahora Cuba pide al gobierno norteamericano, según una nota del Ministerio de Relaciones Exteriores, no es el generoso regalo de una ayuda solidaria que no pasa de cien mil dólares, sino que levante por fin la ignominia de ese embargo económico para permitir a la isla comprar los materiales que necesita para reparar más de 320.000 viviendas dañadas por los ciclones.
5 comentarios:
Donde hay justicia no hace falta caridad.
La limosna de Estados Unidos habla a las claras de la hipocresía de su ayuda y del resentimiento de su bloqueo.
Creo que la Casa Blanca le dijo a Castro, cuando éste le ofreció la ayuda cubana, que le diese libertad a Cuba.
En Cuba es necesaria una transición democrática ajena a la influencia USA y no debe servir de disculpa un ciclón, dos o tres para que loas cambios se produzcan y sea posible un socialismo democrático en el que los cubanos puedan elegir otras opciones de gobierno.
En Cuba es necesaria una transición democrática ajena a la influencia USA y no debe servir de disculpa un ciclón, dos o tres para que loas cambios se produzcan y sea posible un socialismo democrático en el que los cubanos puedan elegir otras opciones de gobierno.
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