martes, 16 de septiembre de 2008

LOS MUERTOS DE BOLIVIA



Julio Peñaloza Bretel
Bolivia
Comunistas come niños. Eso somos. Los campesinos asesinados en El Porvenir fueron formateados por el ministro Quintana para culpar al Cacique Fernández de la masacre. Es tan brillante el ministro que ha fabricado en un tris más de veinte muertos. Los sicarios nos los inventamos de la noche a la mañana. Las armas encontradas en domicilios particulares de Cobija son de juguete. Las vagonetas de la Prefectura para los operativos de rastrillaje y choque son en realidad pertenecientes al servicio secreto venezolano...Por lo tanto los terratenientes, los unionistas, los come-collas, son pura fiebre, no existen en realidad, son unos verdaderos angelitos que no tomaron instituciones, las saquearon y amedrentaron a su personal cuando no los golpearon con "manitos de a diez" estilo típicamente patotero de los jovenzuelos cruceños, fascistas herederos de la Falange Socialista Boliviana (FSB).

Somos unos comunistas de pacotilla que fabricamos con febril imaginación que Philip Goldberg se reunía con Rubén Costas acompañando a congresistas de su país, a pocos días de realizado el referéndum del 10 de agosto. Y que en realidad el embajador era una carmelita descalza o una monjita ursulina que venía regando de amor y cooperación a los pueblos más deprimidos y necesitados de Bolivia.

Nos lo hemos inventado todo. La historia, las rebeliones, los levantamientos indígenas, la revolución del 52, las masacres, las dictaduras, las concesiones fraudulentas de grandes hectáreas de tierras en el oriente del país. Todo es un invento. Somos unos resentidos sin vuelta. Branko nos cae mal porque es blanco, guapo, croata y próspero millonario que todo lo obtuvo sin aprovecharse de nada ni nadie. Si es un pionero, el portaestandarte de los pioneros, fundador de una auténtica y patriótica burguesía nacional.

Así que señores del Consejo Nacional de la Derecha (CONALDE), les pedimos disculpas, en las próximas horas vamos a reflexionar la manera de otorgarles satisfacción pública por sus abnegados servicios a la nación mestiza monocultural y en la que todos nosotros deberemos meternos prudentemente debajo la alfombra, para que puedan continuar celebrando el despilfarro y la instrumentación que han hecho sistemáticamente del país para mantener y engordar sus cuentas bancarias y sus asquerosos cerebros de señores feudales.

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