Lazarillo
Se ha dicho con toda razón que no hay textos dramáticos más sobresalientes en la historia del teatro en lengua española que los de don Ramón del Valle-Inclán. Entre mis mejores recuerdos como curtido espectador figuran sin duda algunos montajes de obras tan características del escritor y dramaturgo gallego como los esperpentos. El paso del tiempo no ha podido con el singular estilo y frescura de su lenguaje, la agudeza de su sarcasmo crítico, la vivacidad escénica a que se prestan sus historias y la magnífica composición dramática de sus personajes.
Por eso y por la precariedad de alicientes verdaderamente ambiciosos que se viene dando tanto en el cine como en teatro español, es de celebrar que un director competente como José Luis García Sánchez, ducho ya en adaptar para la pantalla obras de Valle como Divinas Palabras y Tirano Banderas, haya acometido la trilogía de Martes de Carnaval que acaba de proyectarse en la clausura del curso sobre Cine y Literatura celebrado en Comillas (Cantabria). Sobre Las galas del difunto, Los cuernos de don Friolera y La hija del capitán ha realizado García Sánchez una serie de tres películas, por encargo de Televisión Española, cuya culminación será un montaje cinematográfico conjunto para la pantalla grande.
Para ello ha contado con la versión del excepcional guionista Rafael Azcona, fallecido hace unos meses, que por concordancia de estilo y capacidad literaria era el más indicado para atinar en la elaboración de los diálogos con la expresividad cáustica propia de los textos de Valle. Por tratarse del último trabajo de Azcona, que no pudo ver las películas terminadas, quienes admiramos por partida doble al autor y al adaptador, a Valle-Inclán por su escritura teatral y a Rafael por lo bien que supo escribir el cine español durante las últimas décadas, se nos desborda la expectación ante el estreno de un film que contará además con un extraordinario elenco de actores, con Juan Luis Galiardo y Juan Diego a la cabeza.
Estamos pues ante la expectativa de que los esperpentos vuelvan a iluminarnos. Si lo siguen haciendo es porque nada de lo que nos cuentan nos es ajeno y la incidencia de su perspicacia crítica nos afecta. Si el esperpento pervive en la literatura es porque, entre otras cosas, su término sigue calificando en vivo muchos aspectos y personajes de nuestra realidad. Sólo con revisar los episodios de las pasada legislatura política, el comportamiento de algunos respetables monseñores y el circo de la COPE bastaría para una nutrida y sabrosa adenda a Martes de Carnaval.
Por eso y por la precariedad de alicientes verdaderamente ambiciosos que se viene dando tanto en el cine como en teatro español, es de celebrar que un director competente como José Luis García Sánchez, ducho ya en adaptar para la pantalla obras de Valle como Divinas Palabras y Tirano Banderas, haya acometido la trilogía de Martes de Carnaval que acaba de proyectarse en la clausura del curso sobre Cine y Literatura celebrado en Comillas (Cantabria). Sobre Las galas del difunto, Los cuernos de don Friolera y La hija del capitán ha realizado García Sánchez una serie de tres películas, por encargo de Televisión Española, cuya culminación será un montaje cinematográfico conjunto para la pantalla grande.
Para ello ha contado con la versión del excepcional guionista Rafael Azcona, fallecido hace unos meses, que por concordancia de estilo y capacidad literaria era el más indicado para atinar en la elaboración de los diálogos con la expresividad cáustica propia de los textos de Valle. Por tratarse del último trabajo de Azcona, que no pudo ver las películas terminadas, quienes admiramos por partida doble al autor y al adaptador, a Valle-Inclán por su escritura teatral y a Rafael por lo bien que supo escribir el cine español durante las últimas décadas, se nos desborda la expectación ante el estreno de un film que contará además con un extraordinario elenco de actores, con Juan Luis Galiardo y Juan Diego a la cabeza.
Estamos pues ante la expectativa de que los esperpentos vuelvan a iluminarnos. Si lo siguen haciendo es porque nada de lo que nos cuentan nos es ajeno y la incidencia de su perspicacia crítica nos afecta. Si el esperpento pervive en la literatura es porque, entre otras cosas, su término sigue calificando en vivo muchos aspectos y personajes de nuestra realidad. Sólo con revisar los episodios de las pasada legislatura política, el comportamiento de algunos respetables monseñores y el circo de la COPE bastaría para una nutrida y sabrosa adenda a Martes de Carnaval.
3 comentarios:
Siempre que haces portada con el teatro me acuerdo de aquellos años. Saludos desde allí.
Lo ideal sería que en teatro se dieran más a menudo y mejor los esperpentos de don ramón.
Valle vive...es una pena.
Publicar un comentario