OJOS DE LUZ PARA UN MUNDO MÁS JUSTO

Lazarillo
Hace poco más de un mes que la mujer del abrazo, la enfermera argentina Pilar Bauzá, que siente sobre sí el corazón vivo de la orfandad acogida a la tibia confianza de su pecho, fue capturada por un grupo armado en Somalia. Ella, junto a la médica española Mercedes García, pertenecientes ambas a Médicos sin Fronteras, fueron liberadas ocho días más tarde. Poco después, la citada organización hubo de abandonar su perentoria y más que precisa misión humanitaria en aquel país tras el asesinato de dos de sus integrantes. Cuenta Pilar ahora que Mohammed, el niño desnutrido de dos años y medio al que cuidaron en el hospital de Bosasso y que bien podría ser ése al que le ríen de luz los ojos, la llamaba abo (padre en somalí) porque era huérfano. Yo no sé que será de Mohammed ahora que le faltan los brazos de Pilar. Si los busca algún día en un cayuco, más allá de las fronteras de la miseria, debe saber cuanto antes que sobre esa piel suya que tanto nos conmueve se estampan programas políticos discriminatorios que la temen y fomentan el miedo a los hambrientos que vienen del sur. El abrazo de Pilar Bauzá es la ilustración de un mundo más justo al que le faltan muchos ojos como esos que nos miran y le sobran otros muchos que recelan a base de contratos de integración, pues mientras los primeros alumbran, los segundos avistan las sombras de aquellos modelos teóricos superados que proponían la definición de las tradiciones de un grupo para acreditar legalmente la pertenencia o no a una comunidad, como se hacía, por ejemplo, en los institutos de Volkskunde en la Alemania nazi.

RedDIARIO
Pedimos mano de obra y nos llegaron personas. (Max Firsch).