viernes, 1 de febrero de 2008

ENSEÑANZA, IGNORANCIA Y OLVIDO DE LA GUERRA CIVIL


Félix Población

Un memorioso anciano residente en Barcelona acaba de reencontrarse con su imagen de adolescente en una de las fotografías inéditas de Robert Capa sobre la Guerra Civil descubiertas hace pocos días en México. Sólo tenía Xavier Camps 15 años cuando, sin advertir la presencia del afamado fotógrafo, se encaramó a la carlinga de un avión alemán abatido en los Jardinets de Gràcia. Le acompañaron en la curiosidad sus amigos de 1939, cuando la capital catalana vivía el último y riguroso invierno de un conflicto que tocaba a su fin con el presagio de una crudelísima persecución y represión de los vencidos.

El que se dé a esa imagen carácter de noticia me hace recapitular en el silencio a que fueron sometidos los abuelos y padres republicanos durante los largos años del franquismo. Sólo cabía entonces la versión del bando vencedor y con esa falsa perspectiva histórica crecieron varias generaciones. Hasta que con la agonía de la dictadura primero y la transición democrática después, se abrieron a la luz de la libertad de expresión otras versiones, unas más objetivas que otras, que permitieron un conocimiento más plural de tan trascendente hecho histórico.

Es sabido que la Guerra Civil española configura uno de los episodios que más bibliografía ha reportado como materia de estudio de cuantos se han sucedido a lo largo de la Historia. En los últimos años, además de una permanente continuidad en la elaboración de libros por parte de nuevos y meritorios autores, hemos asistido en nuestro país a una floración de seudohistoriadores revisionistas, apegados a una derecha mediática revanchista, que pretenden rescatar y hacer valer las razones del Movimiento Nacional para auspiciar un golpe de estado fascista contra el régimen democrático de la Segunda República.

Sin embargo, por muy profusa que sea la bibliografía y muy apasionante la investigación histórica en torno a la Guerra Civil, su calado didáctico efectivo en nuestros planes de enseñanza es mínimo, con todo lo que implica esa ignorancia de incapacidad para entender nuestro más aciago pasado y evitar la reproducción de sus trágicas y traumáticas consecuencias en el porvenir.

Hoy lo comenta en el diario El País el escritor Jordi Soler a propósito de una reciente gira por los liceos franceses en la que presentaba un libro sobre nuestra infausta guerra. En lugar de un distanciado desconocimiento por parte de los escolares, propio del que podemos advertir en nuestros centros de enseñanza, a Soler le sorprendieron el avisado discernimiento y alto grado de interés de los alumnos, fruto sin duda de la dedicación que sus profesores han concedido a un hecho histórico clave para el entendimiento histórico del siglo XX en Europa.

Desde que fue aprobada nuestra Constitución, hace más de treinta años, hemos dejado morir a cualificados protagonistas de aquellos casi tres años de pugna fratricida, cuya aportación directa como cronistas de lo vivido, a la par que la bibliografía existente, podría haber sustentado una base firme y duradera de memoria en contra del olvido o la ignorancia en la que hoy discurren las más jóvenes generaciones.

Algo no funciona cuando un alumno de lycée en Francia estudia la Guerra Civil, y un alumno español no, señala Jordi Soler en su artículo; tampoco anima la perspectiva de que el tema de la Guerra, a fuerza de no enseñarlo, se vaya diluyendo, porque se trata de un conocimiento imprescindible para la construcción del porvenir de España; no puede proyectarse con tino sin saber con precisión lo que ha pasado y, por otra parte, saber los detalles de este episodio capital puede ayudarnos a evitar caer en viejos, y catastróficos, errores.

Gracias a la nítida capacidad de recordación de Xavier Camps, este anciano barcelonés de 84 años ha sabido reconocerse en la imagen de Capa recuperada en unos maletines arrumbados en un trastero de la ciudad de México. España no se puede permitir el arrumbamiento por desconocimiento u olvido de la Guerra Civil. Antes bien, debe reclamar la recuperación de esa memoria. Sólo mediante nuestro reconocimiento en las imágenes de ese pasado se puede ganar un futuro sin el riesgo de repetirlas. Al final –como concluye Soler su artículo- lo que no podemos permitir es que, más allá de quién ganó y quién ha perdido, nos acabe derrotando a todos la ignorancia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Con los obispos tal como están y una parte de la enseñanza en manos de la iglesia, cómo explicar la guerra civil desde centros en los que la iglesia defendió al bando culpable...

Anónimo dijo...

La Guerra Civil es la asignatura pendiente de los españoles. Sólo cuando se dé por estudiada y y conocida por los españoles, desde los más rigurosos criterios históricos, podremos dar por ventilados los traumas y rencores que todavía hoy genera su discusión entre amplios sectores de la ciudadanía. En estos últimos años, antes que cicatrizar las heridas, la derecha española se ha encargado de ahondar en ellas con emisoras como las de los obispos y partidos como el PP de Aznar, reventado de rabia por la pérdida democrática de unas elecciones que los han retrasado en la historia.

Anónimo dijo...

La guerra civil todavía da miedo.

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