lunes, 22 de octubre de 2007

La Princesa de Asturias añora su oficio

Félix Población

Lo normal en la clausura de un evento de las características del que se celebró en la Universidad CEU San Pablo de Madrid, en este caso el Congreso Internacional sobre Televisión e Infancia, es que un representante de la Casa Real -sobre todo si es nuestro lacónico monarca- se limite a unas frases protocolarias que hagan constar el término del mismo. Doña Letizia Ortiz de Borbón, sin embargo, quiso y decidió sobrepasar esos socorridas y rutinarias fórmulas para ofrecer una breve alocución acerca de un medio que le es tan familiar como vocacionalmente próximo y que tanta incidencia puede tener en la educación infantil. No es que la Princesa de Asturias aportase al respecto un punto de vista original y merecedor de titulares que lo glosaran en las portadas. El hecho a destacar es que doña Leti sintiera la necesidad de exponer unos criterios en torno al consumo abusivo de televisión por parte de los niños y a la obligación que tienen padres y educadores de regular ese consumo, a fin de que los televidentes de menor edad puedan formarse como personas respetuosas y responsables. Nada que por archisabido no sea necesario reiterar, pero que en labios de quien será nombrada el miércoles Hija Predilecta de Oviedo, su ciudad natal, denota al menos una cierta añoranza profesional de la que se ha llegado a tener algún indicio en los mentideros del gremio. Hay quienes piensan que la Princesa de Asturias trata de sobrellevar del mejor modo las protocolarias obligaciones que le impone su cargo, a imagen y semejanza de la reina doña Sofía, tan lúcida y lucida en ese menester, pero esa cierta tensión rígida y un tanto adusta cada vez más perceptible en su fisonomía todavía joven y armoniosa, así como la extrema enjutez de su figura, ejemplifican con su envarada gravedad las primeras cicatrices de un tránsito demasiado largo e idéntico como para ser ilusionante. A menos que no lo sazonen intervenciones como la comentada o una participación directa en la elaboración y elocución de los discursos de su esposo, como ya han podido advertir algunos atentos observadores.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lee bastante bien la Princesa, eso es cierto.

Anónimo dijo...

La vocalización de la princesa ha mejorado la del príncipe, el padre sin embargo no tiene remedio.

Anónimo dijo...

Hombre pues que curre en los discursos me parece bien, así ningún literato cortesano se llevará sus cuartos por escribirlos, la chica se sobra para eso.

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