Luisa de León
Sin que los grandes medios de comunicación prestaran en nuestro país la atención que el evento se merecía, los pasados días 14 y 15 de agosto se celebraron en Caracas las Primeras Jornadas sobre Teología de la Liberación, coincidiendo con el nonagésimo aniversario del nacimiento de monseñor Oscar Arnulfo Romero, el arzobispo salvadoreño asesinado en 1980 por los llamados Escuadrones de la Muerte. A mediados del presente mes lo que mandaba en las portadas de los diarios nacionales era el proyecto de reforma constitucional del presidente de Venezuela Hugo Chávez y la versión interesada que del mismo dieron esos periódicos todos a una: el propósito del mandatario venezolano de perpetuarse en el poder. Sobre esa coincidencia cronológica y la convergencia de ambas noticias reflexiona don Juan José Tamayo, director de la cátedra de Teología e Historia de las Religiones en la Universidad Carlos III, así como sobre el análisis de la realidad mundial y venezolana verificado durante las jornadas, sin que éste fuera nada complaciente, sino crítico y dialéctico, identificando la cara y la cruz, el anverso y el reverso de la sociedad a través de las manifestaciones que la caracterizan. Para don Juan José Tamayo, Hugo Chávez no puede ser considerado enemigo de la religión y menos aún de la Iglesia católica, como quieren presentarlo los jerarcas eclesiásticos venezolanos. Él se define cristiano, seguidor de Jesús de Nazaret y, en reiteradas ocasiones, ha reconocido que su proyecto político se inspira en la teología de la liberación y en la Doctrina Social de la Iglesia. Numerosos son los colectivos cristianos venezolanos de las distintas iglesias que apoyan, si bien críticamente, la revolución bolivariana, como se puso de manifiesto en las Jornadas. Léase: Hugo Chávez y la Teología de la Liberación.
2 comentarios:
Estoy en contra de todas las religiones, engañan y someten la conciencia de las personas.
Sin embargo, toda actuación que debilite el poder de la Santa Sede me sigue pareciendo beneficioso a corto plazo.
El apoyo crítico es el que mejor. Los demás pueden llevar a fórmulas de poder despótico.
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