Lazarillo
Me alegra mucho saber que un ministro sobrio, discreto y eficiente como el señor Caldera va a diseñar la campaña electoral del Partido Socialista para las próximas elecciones generales. Espero que esa decisión contribuya a rebajar las ínfulas triunfalistas despachadas por ZP en su discurso sobre el estado de la nación. Los ciudadanos de este país están un poco hartos de que desde La Moncloa se avienten cifras exitosas que no se corresponden con la vida cotidiana. Por la misma razón desconfían de quienes desde la oposición dibujan un catastrófico porvenir cuando tampoco se corresponde con la realidad. Para rebajar los humos que podrían situar a nuestro actual Presidente del Gobierno en aquel axioma que tanto ensoberbeció a su predecesor -España va bien-, conviene tener en cuenta otros datos que el señor Rodríguez Zapatero no manejó el pasado martes. Aunque se corresponden en su mayor parte con el periodo gubernamental anterior, también afectan al que vivimos. Durante el decenio 1995-2005, según la OCDE, se registró en España una pérdida en el poder adquisitivo de los salarios de un 4 por ciento, mientras que en seis años, entre 1999 y 2005, los beneficios empresariales se incrementaron en un 73 por ciento. El resto lo cuenta hoy así de claro don Andrés Milanés en el diario El País:
Decía Benjamin Franklin que "no hay nada tan cierto en este mundo como la muerte y el pago de impuestos". Si 250 años después Franklin pasara por aquí, no podría decir ese aserto con tanta seguridad.
Esto viene a cuento porque, concluido ya el plazo de ajustar cuentas con la hacienda pública, conviene consultar las estadísticas y hacer algunas reflexiones sobre el tema: según la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de 2007, en este país hay unos veinte millones de trabajadores; de éstos, 16,5 millones son asalariados, y el resto, empresarios, autónomos, trabajadores por cuenta propia u otra actividad de carácter libre.
Según datos de la Agencia Tributaria referidos a 2003, los primeros declararon unas rentas medias de 17.624 euros y los segundos no llegaban a 12.000. ¿Alguien se puede creer que un asalariado gane casi un 40% más que su patrón o su dentista? Estos últimos datos, antes, se hacían públicos para vergüenza y escarnio de quienes se dieran por aludidos; después, con el PP en el Gobierno, se dejaron de publicar (incluso recuerdo un rifirrafe en el Congreso entre el diputado socialista señor Fernández Marugán y el señor Rato, a la sazón ministro del ramo, por ese motivo). Sería, digo yo, para evitar, también, la vergüenza y el escarnio de los que consienten -los responsables de Hacienda- que esta situación se mantenga. ¿Dónde está ese "principio de igualdad" que, según el padre de la economía moderna, Adam Smith, debía primar con respecto a los impuestos en los Estados de derecho?
Conclusión: en este país que lleva diez años creciendo por encima de la media europea y es la octava potencia mundial, la tarta no sólo no se reparte de forma equitativa, sino que los más pobres son más pobres y contribuyen más a los costos del Estado, y los menos se forran descaradamente y encima no pagan todo lo que deberían pagar, y esto es la peor de las injusticias.
Sabido es que a Al Capone no se le metió en la cárcel por criminal mafioso, sino por no pagar impuestos. A ver si copiamos de los norteamericanos lo mucho bueno que tienen y no las horteradas, y también aquí se persigue a los defraudadores como lo que son, delincuentes comunes.
Cabe añadir a lo expresado por el señor Milanés, y como deuda pendiente en la buena ejecutoria del actual Ministro de Trabajo -desde cuyo departamento se han elaborado leyes sociales encomiables-, que según cifras recientes aportadas por la Unión Estatal de Pensionistas, más de dos millones de jubilados viven en España por debajo del umbral de la pobreza, con ingresos inferiores a 469 euros al mes, y que sólo 800.000 pensionistas superan los 1.200 euros mensuales.
1 comentario:
La política social es la base para el PSOE venza en las elecciones que vienen.
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