lunes, 18 de junio de 2007

Monago Dragó hace cepillo para la Iglesia

Félix Población

Se llama telediario de autor a una modalidad de informativo en la que la presencia e influencia del director-presentador se hace notar en la orientación y sesgo noticioso de las informaciones emitidas. Cabe incluso la posibilidad de que quien lo dirige, avalado por una madura y exitosa trayectoria profesional que le confiere un reconocido carisma, exponga su opinión sobre determinados asuntos, definidos siempre por su máximo grado de interés entre los que conforman la actualidad de cada día.

Con quienes así se comportan, teniendo siempre como principios los de una profesionalidad contrastada que puede admitir también una cierta orientación ideológica, se podrá estar o no de acuerdo, ser o no seguidor de sus espacios, pero no cabe el reproche de fijar entre sus objetivos la tergiversación o el afán de prédica, al menos mientras sepan atenerse al contenido fundamental de los mismos, que es la información, y no les mueva un propósito catequizador en cualquiera de sus variantes partidistas.

Don Fernando Sánchez Dragó llegó a la dirección de Diario de la Noche, en Telemadrid, después de que doña Esperanza Aguirre purgara a su anterior director, el señor Yanke, por una entrevista insumisa que éste le hizo a la presidenta de la Comunidad de Madrid. La sola aceptación de sustituir a quien ha sido defenestrado por su independencia de criterio denota, cuando menos, un espíritu tan servicial por parte de quien se presta a ello que lo aloja de inmediato en la suspicacia de acceder al puesto como la voz de máxima confianza de su amo.

Dado que al señor Dragó no lo acompaña ninguna credencial como profesional de la información y sólo su pedantesco oficio como relator de programas sobre libros, don Fernando tenía dos alternativas como director-presentador del informativo nocturno de Telemadrid: intentar reciclarse como profesional en un espacio de esas características, con el menor asomo de personalismo por su parte y la mayor fidelidad al protagonismo de la noticia, o seguir siendo tal cual siempre fue, un obseso narcisista encantado de prestarse escucha.

Es obvio que a su edad y con sus méritos, que le han permitido vivir de su charlatanería a la sombra tutelar de la derecha, el señor Sánchez Dragó no podía hacer otra cosa de su telediario que un espectáculo personal con su verborrea como protagonista del plató a modo de púlpito. Lo que nunca hubiera esperado de quien quizá nos sorprenda en el futuro con otras singularidades semejantes, es que locutor Dragó aprovechara esa circunstancia como monago de la católica iglesia, proponiendo al respetable televidante que apoye a la añeja institución vaticana con sus impuestos y boicotee a las ONGs.

Quienes tengan una cierta memoria y hayan vivido al menos los estertores del nacional-catolicismo recordarán quizá el sonido metálico de aquellas huchas, agitadas con tenaz energía por los monaguillos más concienzados en medio del fervor de la misas para que el feligrés colaborase con su limosna para el templo. Que don Fernando haya llegado a limosnero del Vaticano, como máximo responsable de un programa informativo en una televisión pública, refleja el calado de su compromiso confesional y el espurio entendimiento con el que ejerce su intrusismo profesional.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese es el modo más refinado y perverso de censura y se practica mucho en la radio y la televisión españolas. Consiste en respetar la verdad e informar de todo sin quitar absolutamente nada, pero valiéndose para ello de un presentador o informador que sabe teñir todas las informaciones de un determinado color político, mezclando así su ideología con la información y anulando, por tanto, el principio de neutralidad. La maniobra no progresa tan pronto como el ciudadano es consciente del verdadero valor de la información, pero en España aún estamos lejos de alcanzar esa meta. Un buen modo de comenzar a luchar contra este tipo de comportamientos es la defensa a ultranza de la profesión periodística desarrollando las garantías constitucionales, pero al no demandar la sociedad tal cosa, la profesión es un cadáver yacente en el que proliferan toda clase de parásitos.
Excelente comentario, D. Felix.

Anónimo dijo...

Ver a Sánchez Dragó recuerda a los charlatanes de tómbola, éste vende puntos de vistas que él cree muy originales y sólo revisten un modo de ser acomodaticio pareciendo lo contrario.

Anónimo dijo...

Intelectuales orgánicos siempre los hubo, pero éste se vende a ojos vista.

Anónimo dijo...

1) Del periodismo objetivo (dentro de lo que cabe) hemos pasado al periodismo espectáculo. Sánchez Dragó siempre fue un narciso lánguido a lo "Jeanette": "Soy rebelde porque el mundo me hizo así".
2) En Cataluña la Iglesia pide la doble crucecita en el IRPF. ¿Es así en el resto de España?

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