Luisa de León
Mi estimadísimo don Quintín García, sacerdote dominico, muy querido y respetado en la localidad salmantina de Babilafuente y en toda aquella comarca de Las Villas, periodista y poeta, se hace hoy una serie de preguntas en un artículo de sumo interés que aparece en la edición dominical impresa del diario El País bajo el título que encabeza este post: ¿Es que acaso son iguales el grupo humano que participó, presidido por el cardenal Rouco, en la misa de Estado de la boda del Príncipe y el que forma la parroquia de San Carlos de Entrevías? En la boda del Príncipe estaban todos los principales del país. En la parroquia se suelen mover cristianos de extracción y conciencia popular, personas del ámbito de la marginación, Madres contra la Droga, Traperos de Emaús, excluidos sociales. El artículo prosigue planteando una serie de cuestiones más: ¿Son los mismos quienes asisten a la eucaristía ilegal -por creativa, expresiva, provocadora- y los miles y miles de fieles -tampoco tantos, según las estadísticas- que asistimos a la repetida y repetida misa de 12 dominical, costumbrista, desgranada en un lenguaje oficial e impuesto, amordazados sus participantes por leyes y rúbricas litúrgicas ajenas, inadaptadas y angelicales? ¿Tienen las mismas preocupaciones vitales, las mismas sensibilidades, parecidas ideas sociales? ¿Usan los mismos templos; invierten en sus instalaciones y palacios y catedrales las mismas millonarias cantidades; tienen las mismas riquezas en vasos sagrados, en arte, los mismos periódicos, radios, revistas? ¿Tiene el cardenal Rouco -condenador del lenguaje y las formas celebrativas propias de la comunidad de San Carlos-, miembro de esas élites que celebran las misas de Estado y similares, ocupado en altas reuniones y en refundir todos los días el ideario cristiano de la Cope para adaptarlo a las exigencias mediáticas, políticas y económicas de sus principales voceros y grupos de presión, tiene, digo, la misma sensibilidad y lenguaje de los sectores populares y excluidos de Entrevías? ¿O al menos conocimiento y capacidad para entender esos lenguajes? ¿La misma experiencia, entrega, disponibilidad a lavar los pies y a curar que José, Javier y Enrique, sacerdotes de la parroquia? El substancioso texto de don Quintín García González, cuya lectura completa recomiendo, concluye con una última interrogante y una respuesta concluyente: ¿Qué misas actualizan mejor la Cena Última del Señor Jesús? : ¿Las misas de Estado arriba señaladas o las de la comunidad de San Carlos? ¿Quién cumple mejor la herencia del Maestro: "Haced esto en memoria mía", después de lavarles los pies? San Carlos, sin ninguna duda. Y, encima, ellos -populares y excluidos, sencillos, bienaventurados- no se atreven a prohibir al cardenal sus misas de Estado.
Nota: En El País Semanal de hoy domingo se puede leer una extensa y no menos intensa entrevista de don Jesús Ruiz Mantilla con el jesuita Jon Sobrino, radicalmente cristiano: El Espíritu Santo no es un ministro de Asuntos Exteriores que designa embajadores. Es fuerza, no poder.
7 comentarios:
Muchas preguntas hace el sacerdote, pero solo hallará respuestas a ellas en el Evangelio. Ante Dios Todopoderoso, ¿quién podrá justificarse? No lo harán los Cardenales, henchidos de poder, y que miran con orgullo a los humildes desde el pináculo de vanidad humana en el que el Poder los puso. Tampoco podrán hacerlo los que no saben perdonar, ni disculpar, ni comprender, ni aceptar una disciplina que ellos libremente aceptaron. No me digan que se puede amar sin obedecer, porque no me lo creeré, ni me digan que si se obedece se abandona la Caridad, pues tampoco lo creeré. Si ustedes creen que Cristo está en la Iglesia, Él ha de poner las cosas en su lugar pues Él si que vive eternamente. Pero si no creen que esto es así, entonces no cabe escandalizarse ante esas muestras de poder que tan a menudo esgrime. No llamen ustedes "rojos" a los Curas, porque estos se llaman así porque curan el alma y el alma no tiene color.
Me parecen muy sensatas las respuestas de Jon Sobrino: son una garantía de canonicidad. Al tiempo. Y al artículo de Quintín García debieran responder los aludidos de rodillas, como diría don Quijote, y ante los evangelios, sin obviar página alguna.
No faltarán cristianos ortodoxos que llamen demagogo a Quintín García para que sus conciencias sigan durmientes.
No faltan tampoco quiénes son más papistas que el Papa, ni quienes negando la existencia de Dios pretenden convertir a la Iglesia Católica en una especie de refugio para todos aquellos que no son capaces de reconocerse comunistas si no tienen un paraguas que les proteja.
Si lo de comunista va como acusación, insértese donde corresponde, no en España. En España el Partido Comunista fue el que más hizo contra Franco y el que jugó el papel más decisivo para que nuestra tranisción a la democracia fuera posible.
No señor; no va de acusacion. Marx descubrió la teoría de la explotación y el principio de la plusvalía y le aseguro a usted que yo le admiro aunque solo sea por eso. A lo que me refiero es que no hay necesidad de refugiarse en la Iglesia para proclamarse comunista. El comunismo no es malo. De no haber sido por él los capitalistas hubieran seguido haciendo de las suyas según se relata en El Capital.
Pues eso.
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