jueves, 26 de abril de 2007

"Institutos, no cárceles!

Lazarillo

Bajo el lema que da título a este comentario se juntaron el otro día en Madrid cerca de un millar de estudiantes de enseñanza secundaria que, ante la Consejería de Educación del Gobierno Regional, entonaron antes de dispersarse las reconocidas estrofas del himno anarquista por excelencia A las barricadas.

Se podría pensar ante tal convocatoria, en la que se exhibían pancartas como Dictadura educativa, no, entre otras de similar leyenda, que al adolescente mocerío se le había venido encima alguna nueva regulación escolar en la que sus derechos y libertades corrieran inminente peligro de ser avasallados por las autoridades competentes. La jornada de lucha incluía además una huelga general que afectaba a 600 institutos de la región.

Cualquier transeúnte de cierta edad, un tanto despistado y/o nostálgico de sus insurrectos tiempos estudiantiles, podría haber esbozado un reconocimiento de afinidad con quienes así entroncaban con las viejas inquietudes de su memoria. Puede incluso que se le deslizara para su coleto un comentario a favor de las nuevas generaciones, tan desestimadas en lo que respecta a su protagonismo político.

Pero no. A pesar de que la cita había sido planteada por el Sindicato de Estudiantes y las Juventudes Socialistas y Comunistas, el carácter de la convocatoria se centraba en protestar contra un decreto regional que regula la convivencia en las aulas, aspecto éste cada vez más vulnerable y en precario en nuestra enseñanza, dada la mala educación familiar y chulería asocial que una minoría de nuestro mocerío exhibe en las clases. A fin de corregirlo, la dictadura a la que aludían las pancartas tendría por objeto prohibir el uso y abuso de aparatos electrónicos entre el alumnado, así como imponer sanciones a quienes, en lugar de aspirar al aprendizaje, amenazan y/o agreden a sus compañeros y profesores.

Es de lamentar que organizaciones como las citadas, con tan serias y convenientes reivindicaciones a proyectar dentro de la enseñanza pública, hagan el juego a esas catervas de padres progresoides para quienes toda autoridad es dictadura y toda disciplina viene a ser una imposición que restringe la libertad de sus hijos mimados. Suelen ser estos niñatos consentidos, a los que sus progenitores no privan de ningún capricho, confundiendo la libertad con la falta de tutela y principios con los que deben educar el comportamiento social de sus vástagos, los que convierten las aulas en ámbito de acción para el libre albedrío de sus chulescas acometidas y baladronadas.

Como además de los padres gurruminos presten acogimiento a sus antojos los sindicatos y las organizaciones políticas, ¿qué será de nuestro profesorado, ahíto ya de soportar a los más golfantes de cada casa sólo porque en cada casa no se ha sabido educar para la responsabilidad y el disfrute de la convivencia, única base sólida sobre la que la libertad y el saber son posibles?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que además de lo que dice Lazarillo el decreto estipula otras cosas con las que los estdiantes están disconformes, aunque coincida con Lazarillo en que autoridad y disciplina no sobran en las aulas.

Anónimo dijo...

Es probable que una generación criada con excesiva consentimiento dé malos frutos cuando tenga responsabilidades.

Anónimo dijo...

¿Quién puede enseñar si no es la familia responsabilidad a los jóvenes?

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