domingo, 29 de abril de 2007

En recuerdo de Tomás y Valiente, un profesor de ley

Félix Población

A la vista en los telediarios -días atrás- de un tal Jon Bienzobas, el valiente gudari que ahora es juzgado por el asesinato hace once años del catedrático de Historia del Derecho y ex presidente del Tribunal Constitucional don Francisco Tomás y Valiente, y cuyas risas y palabras sólo arcadas pueden provocar en cualquier espectador de bien, me voy a permitir el rescate de un breve artículo escrito al día siguiente de aquel 14 de febrero de 1996 bajo la influencia emocional e intelectual de tal atrocidad. Se lo dedico sobre todo y de todo corazón al hijo del eminente profesor, gravemente enfermo desde esa fecha. También, a los sucesivos gobernantes que han pretendido acabar con el matonismo terrorista a través de la ley y el diálogo, pues la ley, la razón y el civismo honraron la vida y obra del profesor asesinado por quienes gastan sus ideas a balazos contra la convivencia:

Nos quedan pocos así, y como hay pocos, van y le pegan tres tiros a bocajarro a la hora del estudio y el trabajo, ámbito de su vocación por la Ley en paz y tolerancia. Allí, sin escoltas ni blindados, a la intemperie de su honrado y comprometido ejercicio profesional, tiraron a matar esos valientes. Entraron por la espalda, con el arma cargada de su oscura barbarie, en aquel territorio de ideas donde siempre nos queda la palabra frente a toda dictadura que mutile su tránsito en los surcos del diálogo.

En la Universidad Autónoma de Canto Blanco impartía el profesor Tomás y Valiente derechos de libertad, y era respetado y reputado como maestro entre compañeros y alumnos. Fueros tres disparos a la nuca de la dignidad. Tres viejos golpes de pistola fascista contra la cultura. Tres zarpazos con eco en la peor nostalgia por cegar la Justicia. Estamos hartos de ese gatillo que pretende fanatizar nuestro instinto de réplica. Hastiados del credo redentorista que lo arropa. Cansados de gudaris de pega que hacen la guerra a la convivencia en un país de países que clama contra el resentimiento civil, estigma cruel de nuestra Historia.

La sociedad entera lleva muchos años soportando a esa panda de tecnócratas del crimen que han hecho del nacionalismo una excusa para el asesinato. Aunque nos ahogue la indignación y nos tiente el riesgo siempre temerario de la impotencia, dependemos de nuestra serenidad y de nuestra convicción democrática para combatir a esa fuerza bruta. Cualquier falso atajo que nos haga presumir su extirpación desde los márgenes de la ley, puede nutrir su fiebre homicida y la barata demagogia iluminista con que venden los torpes argumentos de su violencia.

Acaso porque sabía discernir con depurado rigor cívico el verdadero camino, apagaron de cuajo el magisterio de Tomás y Valiente al pie de su cátedra. De él, como de muy pocos, se podrá decir que descansa en paz porque pagó con su vida una vida en paz con su conciencia y al servicio de la ciencia que describe nuestra libertad.

En Salamanca, donde el profesor había dejado la lección de su testimonio ético entre amigos y discípulos, las cigüeñas y los pájaros dieron al silencio de la ciudadanía en la Plaza de Anaya un escalofrío que no cabe en ninguna palabra. ¡Qué vacías las repulsas de los políticos ante ese grito interior con resonancia muda! Daban las doce en el reloj de la catedral y el llanto de un crío se asustaba de un mundo sin voz, donde la rabia y el miedo pudieran acallar el voto por la vida.

RedDiario

Artículo
MIRADAS QUE MATAN
Esto es el terrorismo: una mirada que mata, un cerebro que construye la diferencia más radical entre los seres humanos marcando a algunos como obviamente suprimibles. Y también esto otro: un pánico cerval a que podamos mirarlo como realmente es. De ahí su advertencia: “Si me miráis, os mato”. Pero tenemos la obligación de mirarlo y de decir lo que vemos: un crimen, no un examen de química ni una lucha de liberación.
Imanol Zubero, 28-04-07, Atrio.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por ese excelente artículo sobre un garn profesor.

Anónimo dijo...

Si siempre fue cruel, sanguinaria e inútil la trayectoria de ETA, el asesinato del profesor puso a la banda en el inicio de un camino sin otra salida que la que ahora vuelve a tener oprtunidad de tomar: el abandono de su guerra.

Anónimo dijo...

El asesinato de Tomás y Valiente fue el colmo de la degeneración asesina de ETA, algo que ahora se explica teniendo en cuenta adónde ha llegado.

Anónimo dijo...

A veces las palabras evitan muertes, por eso y porque no pierda la vida nadie, ni profesores eminentes ni funcionarios modestos, todo lo que consiga evitarlo y esté previsto en la ley es digno de que se ponga en práctica.

Anónimo dijo...

Las palabras, si no vienen acompañadas por hechos, generan también, a veces, impotencia, rabia, más palabras, más impotencia y mas rabia en una terrible espiral sembrada de muerte y de destrucción; de luto y de dolor. Negociar cediendo no es garantizar el fin, sino aplazar la muerte; pedir clemencia es inútil; condescender imposible. La única solución, creánme, es VENCER utilizando para ello dos armas: La Ley, sin componendas políticas o de situación y la unión en torno de ella de todas las fuerzas políticas para conseguir erradicar esa peste.

Anónimo dijo...

Enhorabuena por ese excelente comentario, señor Población, qué pena no tenerle a usted en un periòdico que se lo merezca.

Anónimo dijo...

Enhorabuena por ese excelente comentario, señor Población, qué pena no tenerle a usted en un periòdico que se lo merezca.

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