lunes, 19 de marzo de 2007

América Latina ante su segunda transición

Celestina Tenerías

Doce elecciones presidenciales se celebraron en Iberoamérica en poco más de un año, entre noviembre de 2005 y finales de 2006. De las doce, nueve otorgaron el poder a las fuerzas progresistas. Todos los comicios discurrieron con impecable transparencia, salvo en el caso mexicano. En un reciente artículo publicado en el diario El País (6/372007), don Jorge Castañeda coincidía con los presupuestos de don Mario Vargas Llosa respecto a la supuesta división en dos bandos que caracteriza a los gobiernos progresistas en América Latina. El primero lo integran ejecutivos de centro-izquierda a los que el citado autor y el afamado escritor conceden credencial democrática. Serían los de Brasil, Chile, Costa Rica, Haití y Perú. Un segundo bando los constituirían gobiernos a los que don Jorge y don Mario no les asignan del todo esa credencial, que serían los de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, adscritos a una izquierda más dura que el señor Vargas calificó de carnívora no hace mucho en uno de sus textos periodísticos. El canciller brasileño Celso Amorim, en respuesta a esas posibles diferencias, dijo que los proyectos regionales de unos y otros no son antagónicos: Lo que yo veo son matices para la reforma social dentro de caminos y formas democráticas (Folha de Sao Paulo del 17/1/2007). En esta misma línea se expresó Fausto Bertinotti, presidente de la Cámara de Diputados de Italia, durante su reciente visita a Chile: Después de las dictaduras y de un ciclo negro en la historia de latinoamericana, hoy veo un renacimiento fundado sobre la acelerada sintonía entre los líderes y el pueblo. Desde Lula, a Kirchner, a Bachelet, a Chávez, a Correa, a Morales, a García. Todos diversos, pero tienen en común la construcción (en democracia y con el pueblo) de una experiencia enfocada a la pobreza. Esto me parece extraordinario para Europa y el mundo (Diario Financiero del 31/1/2007).
Mladen Yopo, El Mostrador.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No debemos olvidar que la mejor táctica para acabar con el socialismo es la división entre un socialismo bueno y otro malo, eso que hace Vargas Llosa está muy bien pagado.

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